2/18/2016

EL PASTOR Y LAS FLORES

Recuerdo con gran tristeza el caso de aquel pastor de la Alpujarra que fue denunciado por recoger manzanilla. De principio a fin, la vastedad de la injusticia es tal, que no se puede encarecer.

La mayor dificultad de este caso es la de bregar con la insondable ignorancia de los participantes: ignorante el pastor, ignorante su mujer, ignorante el abogado, ignorante el juez, ignorantes el legislador, la guardia civil, el periodista, quien esto escribe y usted, lector, salvo que sea pastor con internet.

El abogado del pastor consiguió evitar que su representado fuera a prisión, pero usó argumentaciones acordes con la legislación, que no con la verdad.

Y la verdad es que el legislador debería, en primer lugar, prever el alcance de lo que redacta y la naturaleza del asunto. Así, si en lugar de tomarse unos vinos con los amigos, hubiera dedicado algún tiempo a documentarse, habría sabido que en Escandinavia, por ejemplo, las personas dedicadas al estudio de la naturaleza tienen dispensa para pescar según el arte que estimen más conveniente, y también para consumir lo pescado. De otra manera, no pueden llevar a cabo su trabajo.

El pastor de la Alpujarra no es solamente un estudioso de la naturaleza, sino uno de sus valedores y mejores intérpretes. Es una de las personas más interesadas en preservar la integridad de la naturaleza en la que vive y de la que se alimenta su rebaño, porque de ella, directamente, depende su supervivencia. Es el pastor quien, sin que se lo ordene ninguna ley, alterna las zonas en las que pasta su ganado para evitar que las esquilmen, es decir: que la degraden por sobreexplotación. Es él, que no la ley, quien tiene en su mano la potestad última sobre el estado de su medio, y si en su medio quedan especies protegidas es a él exclusivamente a quien se debe.

Si la guardia civil no ha conseguido convencer al denunciante de su falta de sentido común, y se ve obligada a dar curso a la denuncia, es al señor juez, de oficio y sin necesidad de intervención de la defensa, quien compete remediar esa carencia, una vez ha detectado que la ley ha quedado coja en su redacción y que una deficiente interpretación de la misma puede desembocar en una injusticia.

Quien esto redacta, erigido en representante de los ignorantes por serlo él en el grado máximo, pide disculpas al pastor.

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