7/18/2014

EL SR. FILOPEMÉN A. PAQUIMERES BAILA, DE INCIDENCIAS (1931-1971?), DE CUADERNO DE EJERCICIOS II, DE SEFERIS

EL SR. FILOPEMÉN A. PAQUIMERES BAILA

Padre putativo de J. Colettis o rival del conde Dionisio
     Solomós
baila a la luz de acetileno que realza las estrellas del monte,
baila entre gitanas con su dote y cocheros madrugadores
mientras su diestra parapléjica tiembla medio muerta encima
     de hombros veinteañeros.
Fuera del ciclo de la luz la noche, repleta de castaños
     y chicharras,
se inclina y se derrama en el piélago que aguarda que el
     tiempo lo consuma;
poner fin a nuestras discusiones sobre monarquía o
     república,
a nuestra vida fragmentada en sillas y mesas con tanta
     desconfianza.
Sin embargo, el señor paquimeres, Filopemén, hijo de
     Ambrosio,
baila un tango empalagoso, octogenario jubilado del
     contrabando.
Traficante de plumas de avestruz, sicario de Al Capone,
     cuya muerte aguardan sus treinta sobrinos.
Sin embargo, quién no busca endulzar en el postrer instante
     la bilis en sazón,
que haga de pobre diablo, internado antaño en un asilo 
     de Corfú,
con un violín náufrago en sus manos asumiendo la injusticia
     del destino,
baila el señor Paquimeres; es hermosa la muchacha que
     tiene entre sus brazos, recién salida del internado
     francés de señoritas;
le prometió que si bailaba con él a oscuras daría dinero
     para el acueducto comunal.
El señor Paquimeres, Fabricio, es un hombre que vive la
     realidad y sabe afrontarla.
Sostiene que el alma es "debilidad que a veces la civilización
     acabará por rechazar".
Adora la "ciencia" y el confort; odia el arte; daría
     cien mil dólares porque no existiera.
En esto anda de acuerdo con el diputado local
que cada tarde discute con el "cazarevusiano" maestro
     sobre la gloria del griego antiguo
y sobre las ideas de Occidente corruptoras de la juventud...
En medio de la oscuridad de los castaños, el mar, las
     Espóradas y las chicharras
aguardan, al margen de la realidad, el paso de los años.
     Dioses, ¡cuántos años!

Sagorá, 6-VIII-1935.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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