16.11.25

EL RÍO Y LA CIUDAD

La ciudad de Viena mantiene una extraña relación con el río Danubio. Sucede en muchas ciudades que, primero el puerto y después el ferrocarril, terminaron por separar la orilla del mar, o del curso fluvial, de la población a la que sirven. Pienso, al decir esto, en Barcelona y en el enorme esfuerzo que realizó de soterramiento de vias ferreas y rodadas para conseguir que la ciudad llegara al mar, al menos en un tramo significativo. 

El transporte ferroviario en Viena continúa temiendo una especial importancia estratégica debido a que se encuentra en el estrechamiento entre los Alpes y los Cárpatos por el que el río Danubio entra en la llanura panónica. Y es que Viena tiene su primera razón de ser como guardiana de la vía comercial que se estableció entre las llanuras del norte (atlántica y báltica), y la llanura panónica.

En el caso de Austria, país sin acceso al mar, y el de otros territorios con la misma carencia, el transporte de mercancías por el Danubio tiene gran importancia. Todo en el Danubio y algunos de sus afluentes está supeditado a esta necesidad económica, que es nacional e internacional. Pero, ¿en qué se materializa esa necesidad? Pues, principalmente, en el acondicionamiento del río por medio de esclusas y taludes que mantienen un cauce estable y una profundidad suficiente. Las esclusas cumplen también otra importante función, que es la de proporcionar energía eléctrica, de manera que toda esclusa es también una central hidroeléctrica. Estas dos funciones obligan a la creación de aliviaderos de crecida (que a veces es un brazo paralelo), que garantizan su correcto funcionamiento. 

Y así, es en ese orden de cosas como debe entenderse el río Danubio a su paso por Viena. Es decir, que el desdoblamiento del cauce del Danubio y la aparición de la correspondiente isla entre ambos no es un invento vienés, sino un invento internacional de regulación del río que la ciudad aprovecha de la mejor manera que puede.

Viena no ha podido eliminar ni soterrar la línea férrea que la separa de del Danubio, de manera que la aproximación de la ciudad al río no ha podido realizarse en la orilla inmediata a la ciudad, sino en la orilla correspondiente al aliviadero de crecida, así como también en la isla que separa este del cauce principal.

La fotografía muestra los dos brazos principales en los que está actualmente dividido el río (orginalmente contaba con muchos más): el suroeste, a la izquierda, de color grisáceo, que corresponde al río propiamente dicho, por el que circula el agua y que soporta el tráfico fluvial; y el noreste, a la derecha, de color azul, que corresponde al aliviadero de crecida, que de ordinario no transporta agua. Y enmedio de los dos brazos, se encuentra la estrecha franja de tierra que los separa.


Fotografía encontrada aquí


5.11.25

ROMÁNTICA SÉPTIMA SINFONÍA DE ANTON BRUCKNER

Pinchando en la fotografía de Ademoglu de 2023, se accede al registro sonoro.


PAISAJE URBANO LIBIO

Fotografías de Geoant, de entre 2022 y 2024.





4.11.25

VIENA

Fotografías de Bonem, tomadas el 17 de octubre de 2018.





29.10.25

LAS DOS PUERTAS DE LA CUENCA PANÓNICA

Mis avances en la comprensión de la geografía de Europa del este son como el tranquilo avance de un caracol. Y hoy me ha sucedido resolver una duda que me surgió hace tiempo. Y es que, igual que aquel hombre inmortal, protagonista del cuento de Jorge Luis Borges Acevedo, dedujo que si existe un río que proporciona la inmortalidad ha de existir otro que devuelva la mortalidad, yo también llegué a la conclusión de que, si existen unas Puertas de Hierro que salvaguardan la cuenca panónica en su desagüe, también han de existir otras "puertas" de igual importancia estratégica, en la embocadura del río Danubio a la cuenca panónica ¡Pero yo, erróneamente. las buscaba en los límites del reino de Hungría, que yo me empeñé que comprendía toda esa cuenca!

La clave la proporciona la geografía y se deduce fácilmente de su observación: la entrada a la cuenca es el espacio relativamente constreñido que se encuentra entre los Alpes del este y los Cárpatos del oeste. Y su importancia estratégica es proporcional a la importancia del asentamiento que se creó en ese lugar, que llegó a ser la capital de un reino y de un imperio: Viena.



27.10.25

EL EXOTISMO ES UNA COTIDIANIDAD DESCONOCIDA

Islote caribeño panameño.

Fotografía encontrada aquí

 

 


  

26.10.25

SINFONÍA NÚMERO 5 DE GUSTAV MAHLER

Pinchando en la fotografía de lienzo Filosofía,  del pintor Gustav Klimt, se accede al registro sonoro. 



25.10.25

YO VOY SOÑANDO CAMINOS, DE ANTONIO MACHADO RUIZ


YO VOY SOÑANDO CAMINOS



Yo voy soñando caminos

de la tarde. ¡Las colinas

doradas, los verdes pinos,

las polvorientas encinas!...

¿Adónde el camino irá?

Yo voy cantando, viajero

a lo largo del sendero...

—La tarde cayendo está—,

«En el corazón tenía

la espina de una pasión;

logré arrancármela un día:

ya no siento el corazón.»

Y todo el campo un momento

se queda, mudo y sombrío,

meditando. Suena el viento

en los álamos del río.

La tarde más se obscurece;

y el camino que serpea

y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:

«Aguda espina dorada,

quién te pudiera sentir

en el corazón clavada.»

 

Antonio Machado Ruiz

24.10.25

RIO OJA, RIO VIENA

De la misma manera que el Ebro es el río principal pero el río Oja es el que hace singular el territorio (La Rioja), así también el río Danubio es el río principal, siendo el río Viena es el que singulariza el territorio, dándole su nombre. 

El río Viena, crecido, bajo las Wientalterrassen, en el distrito de Margareten. Fotografía encontrada aquí




23.10.25

TREBLINKA

Me decía una amiga americana, residente en Alemania, que ella venía "de donde asustan", refiriéndose a la delincuencia cotidiana de las mafias que azota su sociedad, en comparación con la tranquilidad actual en su país de acogida. En ese momento asentí, considerando las imágenes que ella me proponía, y olvidé el comentario. Pero después me di cuenta de lo que habíamos pasado por alto, y de la necesidad de recordarlo.

 


15.10.25

ACER SACCHARINUM EN DURANGO

Provincia de Vizcaya, Reino de España.











14.10.25

PASADIZO EN SANTURCE

 Provincia de Vizcaya, Reino de España:

 

 


11.10.25

CABAÑEROS



 Fotografías encontradas aquí y aquí

10.10.25

GINKGO BILOBA DE NUEVO FRUCTIFICADOS






 

SOBRECARGA INFORMATIVA

"... Diversos síntomas se han asociado con este fenómeno, entre los que se encuentran: estrés, trabajo ineficiente, ignorar información y ser muy selectivo al elegir qué leer o ver (omisión de notas importantes), retraso al tomar decisiones, pérdida de control sobre la información, limitar las fuentes de búsqueda, rechazo de la recepción en la comunicación (por ejemplo, mediante expresiones faciales poco amistosas), falta de perspectiva general, mayor tolerancia al error, menor satisfacción laboral, confusión, ansiedad, tensión cognitiva, desmotivación, dificultad para seleccionar información relevante, asignación de menos tiempo a cada fuente de información, análisis superficial de la información, desprecio por la información de baja prioridad, incapacidad para usar información en la toma decisiones (parálisis por análisis), pérdida de la diferenciación, sensación de pérdida de control que conduce a una interrupción en la comunicación, falta de evaluación crítica de la información (volverse demasiado crédulo), dedicar muy poco tiempo para asimilar la información, mala interpretación de la información, implementar estrategias de búsqueda de información poco sistemáticas, etc. Entendiendo que un síndrome es un complejo reconocible de signos y síntomas que indican una condición específica para la cual no se comprende necesariamente una causa directa, se ha planteado que el exceso de información que incide sobre las capacidades atencionales humanas puede provocar síntomas, que nos pueden llevar a sospechar una especie de síndrome de sobrecarga informativa..."
 
Leído aquí

ÁFRICA SIN ZOOM

 


El paisaje resulta más familiar y diferente la relación entre las cosas (fotografías encontradas aquí).

9.10.25

EL ALEJANDRINO

Prólogo de Mario Vargas Llosa a la selección Poemas eróticos, de Konstantinos Kavafis.


"El departamento donde el poeta Konstandinos Kavafis (1863-1933) vivió en Alejandría sus últimos 27 años está en un edificio venido a menos, en el centro de la ciudad, en una calle que se llamó Lepsius cuando habitaban el barrio los griegos y los italianos y que se llama ahora Sharm-el-Sheikh.

Todavía quedan algunos griegos por el contorno, a juzgar por unos cuantos letreros en lengua helénica, pero lo que domina por doquier es el árabe. El barrio se ha empobrecido y está lleno de callejones hacinados, casas en ruinas, veredas agujereadas y -signo típico de los distritos miserables en Egipto- las azoteas han sido convertidas por los vecinos en pestilentes basurales. Pero la bella iglesita ortodoxa a la que acudían los creyentes en su tiempo está todavía allí, y también la airosa mezquita, y el hospital. En cambio, ha desaparecido el burdel que funcionaba en la planta baja de su piso.

El departamento es un pequeño museo a cargo del consulado griego y no debe recibir muchas visitas, a juzgar por el soñoliento muchacho que nos abre la puerta y nos mira como si fuésemos marcianos. Kavafis es poco menos que un desconocido en esta ciudad que sus poemas ha inmortalizado -ellos son, con la famosísima Biblioteca y los amores de Cleopatra, lo mejor que le ha pasado desde que la fundó Alejandro el Grande en el 331 a.d. Cristo-, donde no hay una calle que lleve su nombre ni una estatua que lo recuerde, o, si las hay, no figuran en las guías y nadie sabe dónde encontrarlas.

La vivienda es oscura, de techos altos, lúgubres pasillos y amoblada con la circunspección con que debió estarlo cuando se instaló aquí Kavafis, con su hermano Pablo, en 1907. Este último convivió con él apenas un año y luego se marchó a París. Desde entonces, Konstandinos vivió aquí solo, y, al parecer, mientras permanecía dentro de estos espesos muros, con irrenunciable sobriedad.

Este es uno de los escenarios de la menos interesante de las vidas de Kavafis, la que no dejó huella en su poesía y que nos cuesta imaginar cuando lo leemos: la del atildado y modesto burgués que fue agente en la bolsa del algodón y que, durante treinta años, como un burócrata modelo, trabajó en el Departamento de Irrigación del Ministerio de Obras Públicas, en el que, por su puntualidad y eficiencia, fue ascendiendo hasta llegar a la subdirección. Las fotos de las paredes dan testimonio de ese prototipo cívico: los gruesos anteojos de montura de carey, los cuellos duros, la ceñida corbata, el pañuelito en el bolsillo superior de la chaqueta, el chaleco con leontina y los gemelos en los puños blancos de la camisa. Bien rasurado y bien peinado, mira a la cámara muy serio, como la encarnación misma del hombre sin cualidades. Ése es el mismo Kavafis al que mató un cáncer en la laringe y que está enterrado en el cementerio greco-ortodoxo de Alejandría, entre ostentosos mausoleos, en un pequeño rectángulo de lápidas de mármoles, que comparte con los huesos de dos o tres parientes.

En el pequeño museo no hay una sola de las famosas hojas volanderas donde publicó sus primeros poemas y que, en tiradas insignificantes -treinta o cuarenta copias- repartía avaramente a unos pocos elegidos. Tampoco, alguno de los opúsculos -cincuenta ejemplares el primero, setenta el segundo- en los que reunió en dos ocasiones un puñadito de poemas, los únicos que, durante su vida, alcanzaron una forma incipiente de libro. El secretismo que rodeó el ejercicio de la poesía en este altísimo poeta no sólo tenía que ver con su homosexualidad, bochornosa tara en un funcionario público y un pequeño burgués de la época y del lugar, que en sus poemas se explayaba con tan sorprendente libertad sobre sus aficiones sexuales; también, y acaso sobre todo, con la fascinación que ejercieron sobre él la clandestinidad, la catacumba, la vida maldita y marginal, que practicó a ratos y a la que cantó con inigualable elegancia. La poesía, para Kavafis, como el placer y la belleza, no se daban a la luz pública ni estaban al alcance de todos: sólo de aquellos temerarios estetas hedonistas que iban a buscarlos y cultivarlos, como frutos prohibidos, en peligrosos territorios.

De ese Kavafis, en el museo hay solamente una rápida huella, en unos dibujitos sin fecha esbozados por él en un cuaderno escolar cuyas páginas han sido arrancadas y pegadas en las paredes, sin protección alguna: muchachos, o acaso un mismo muchacho en diferentes posturas, mostrando sus apolíneas siluetas y sus vergas enhiestas. Este Kavafis me lo imagino muy bien, desde que lo leí por primera vez, en la versión en prosa de sus poemas hecha por Marguerite Yourcenar, aquel Kavafis sensual y decadente que discretamente sugirió E. M. Foster en su ensayo de 1926 y el que volvió figura mítica el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell.

Aquí, en su ciudad, pululan todavía los cafetines y las tabernas de sus poemas y, como en éstos, carecen casi totalmente de mujeres y de parejas heterosexuales. No me consta, pero estoy seguro que en ellos, todavía, entre el aroma del café turco y las nubes de humo que despiden los aparatosos fumadores de shisha, en esas muchedumbres masculinas que los atestan se fraguan los ardientes encuentros, los primeros escarceos, los tráficos mercantiles que preceden los acoplamientos afiebrados de los amantes de ocasión, en casas de cita cuya sordidez y mugre aderezan el rijo de los exquisitos. Hasta diría que lo he visto, en las terrazas de La Corniche, o en los cuchitriles humosos que rodean el mercado de las telas, caballero de naricilla fruncida, labios ávidos y ojitos lujuriosos, a la caída de la noche, bajo la calidez de las primeras estrellas y la brisa del mar, espiando a los jóvenes de aire forajido que se pasean sacando mucho el culo, en busca de clientes.

A diferencia de la serenidad y la naturalidad con que los hombres -mejor sería decir los adolescentes- se aman entre ellos en los poemas de Kavafis, y disfrutan del goce sexual con la buena conciencia de dioses paganos, para él esos amores debieron ser extremadamente difíciles y sobresaltados, impregnados a veces de temor y siempre de ilusiones que se frustraban. Lo genial de su poesía erótica es que aquellas experiencias, que debieron ser limitadas y vividas en la terrible tensión de quien en su vida pública guardaba siempre la apariencia de la respetabilidad y rehuía por todos los medios el escándalo, se transforman en una utopía: una manera suprema de vivir y de gozar, de romper los límites de la condición humana y acceder a una forma superior de existencia, de alcanzar una suerte de espiritualidad laica, en la que, a través del placer de los sentidos y de la percepción y disfrute de la belleza física, un ser humano llega, como los místicos en sus trances divinos, a la altura de los dioses, a ser también un dios.

Los poemas eróticos de Kavafis arden de una sensualidad desbocada y, pese a ello, y a su utilería romántica de decadencia y malditismo, son sin embargo curiosamente fríos, con cierta distancia racional, la de una inteligencia que gobierna la efusión de las pasiones y la fiesta de los instintos, y, a la vez que la representa en el verso, la observa, la estudia y, valiéndose de la forma, la perfecciona y eterniza.

Sus temas y su vocación sexual estaban infiltrados de romanticismo decimonónico -de exceso y trasgresión, de individualismo aristocrático-, pero, a la hora de coger la pluma y sentarse a escribir, surgía del fondo de su ser y tomaba las riendas de su espíritu, un clásico, obsesionado con la armonía de las formas y la claridad de la expresión, un convencido de que la destreza artesanal, la lucidez, la disciplina y el buen uso de la memoria eran preferibles a la improvisación y a la desordenada inspiración para alcanzar la absoluta perfección artística. Él la alcanzó, y de tal manera, que su poesía es capaz de resistir la prueba de la traducción -una prueba que casi siempre asesina a la de los demás poetas- y helarnos la sangre y maravillarnos en sus distintas versiones, a quienes no podemos leerla en el griego demótico y de la diáspora en que fue escrita.

Ese es el tercer Kavafis de la indisoluble trinidad: el extemporáneo, el que en alas de la fantasía y la historia vivió, al mismo tiempo, bajo el yugo británico contemporáneo y veinte siglos atrás, en una provincia romana de griegos levantiscos, judíos industriosos y mercaderes procedentes de todos los rincones del mundo, o unas centenas de años después, cuando cristianos y paganos se cruzaban y descruzaban en una confusa sociedad donde proliferaban las virtudes y los vicios, los seres divinos y los humanos y era casi imposible diferenciar a los unos de los otros. El Kavafis heleno, el romano, el bizantino, el judío, salta fácilmente de un siglo a otro, de una civilización a la siguiente o a la anterior, con la facilidad y la gracia con que un diestro danzarín realiza una acrobacia, conservando siempre la coherencia y la continuidad de sus movimientos. Su mundo no es nada erudito, aunque sus personajes, lugares, batallas, intrigas cortesanas, puedan ser rastreados en los libros de historia, porque la erudición antepone una barrera glacial de datos, precisiones y referencias entre la información y la realidad, y el mundo de Kavafis tiene la frescura y la intensidad de lo vivido, pero no es la vida al natural, sino la vida enriquecida y detenida -sin dejar de seguir viviendo- en la obra de arte.

Alejandría está siempre allí, en esos poemas deslumbrantes. Porque en ella ocurren los episodios que evoca, o porque es desde esa perspectiva que se vislumbran o recuerdan o añoran los sucesos griegos, romanos o cristianos, o porque quien inventa y canta es de allí y no quiere ser de ninguna otra parte.

Era un alejandrino singular y un hombre de la periferia, un griego de la diáspora que hizo por su patria cultural -la de su lengua y la de su antiquísima mitología- más que ningún otro escritor desde los tiempos clásicos, pero ¿cómo podría ser adscrito, así, sin más, a la historia de la literatura griega moderna europea, este medio-oriental tan identificado con los olores, los sabores, los mitos y el pasado de su tierra de exilio, esa encrucijada cultural y geográfica donde el Asia y el África se tocan y confunden, así como se han confundido en ella todas las civilizaciones, razas y religiones mediterráneas? Todas ellas han dejado un sedimento en el mundo que creó Kavafis, un poeta que con todo ese riquísimo material histórico y cultural fue capaz de crear otro, distinto, que se reaviva y actualiza cada vez que lo leemos.

Los alejandrinos de hoy día no frecuentan su poesía y la gran mayoría de ellos ni siquiera conoce su nombre. Pero, para quienes lo hemos leído, la Alejandría más real y tangible, cuando llegamos aquí, no es la de su hermosa playa y su curvo malecón, la de sus nubes viajeras, sus tranvías amarillos y el anfiteatro erigido con piedras de granito traídas de Assuán, ni siquiera la de las maravillas arqueológicas de su museo. Sino la Alejandría de Kavafis, aquella en la que discuten e imparten sus doctrinas los sofistas, donde se filosofa sobre las enseñanzas de las Termópilas y el simbolismo del viaje de Ulises a Itaca, donde los vecinos curiosos salen de sus casas a ver a los hijos de Cleopatra Cesáreo, Alejandro y Tolomeo- asistir al Gimnasio, cuyas calles apestan a vino e incienso cuando pasa el cortejo de Baco, inmediatamente después de los dolidos funerales a un gramático, donde el amor es sólo cosa de hombres y donde, de pronto, sobreviene el pánico, porque ha corrido el rumor de que pronto llegarán los bárbaros."
...

Departamento de Kavafis en Alejandría. Fotografía encontrada aquí



6.10.25

CENOTAFIO DE GOYA EN BURDEOS

Cenotafio que recuerda el enterramiento original de Francisco Goya Lucientes en el cementerio La Chartreuse, en la localidad de Burdeos, República Francesa. Fotografía encontrada aquí y datos encontrados aquí.



5.10.25

RETAHILAS DE GAMBIA




 Fotografías de Carsali de 19/02/2023.

LOS ESPAÑOLES

Ni las piedras, ni las historias, ni las instituciones hacen de España lo que es tanto como ese absurdo quijotesco de hacer honor a la verdad: una actitud estrafalaria, descacharrada, que ha caracterizado a no pocos españoles.

Don Quijote ataca el rebaño de ovejas. Grabado de Gustave Dore (1832-1883) para "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes (1547-1616), 1863 Colección particular.



28.9.25

EL RÍO DANUBIO A PUNTO DE CONFLUIR CON EL RIO SAVA EN BELGRADO

Fotografía de Evrim Yakut, de 13 de febrero de 2024, encontrada aquí




22.9.25

PAISAJE MEDITERRÁNEO DE LARNACA

Paisajes que no resultarán extraños a muchos ibéricos. Estos se encuentran al oeste de la localidad de Larnaca, en la República de Chipre.

Fotografías de Goompf, del 9 de abril de 2023.





21.9.25

BULGARIA, UNA IMPORTANTE PIEZA DEL PUZZLE

Hace tiempo el museo Guggenheim de Bilbao tuvo a la venta un irónico gran puzzle (1000 piezas), del cuadro Convergencia, de Jackson Pollok:


El estudio de la península de los Balcanes es equiparable en dificultad a ese puzzle. Así, como piezas a ensamblar, tenía las aspiraciones de Grecia, las del imperio otomano, las del imperio autro-húngaro, las de Serbia... Piezas que me han quedado, si no claras,  sí al menos, "ubicadas". Pero llevaba tiempo preguntándome por los motivos por los que Bulgaria aspiraba a incorporar las Macedonias o Albania.

Hoy, inopinadamente, encontré aquí este sorprendente mapa de un antiguo reino medieval de Bulgaria, situado en el emplazamiento más sorprendente que hubiera podido imaginar: heredero del Reino del Bósforo, y con extensión hasta el mar Caspio, sobre buena parte de la cordillera del Cáucaso:



Pero fue este otro mapa (encontrado en el mismo artículo que el anterior), el que me permitió entender, definitivamente, no sólo las mencionadas aspiraciones sobre los territorios vecinos de la Bulgaria balcánica, sino la razón de la presencia eslava en la cordillera de los Alpes Dináricos, y la consecuente vinculacion que llevó a la creación de, por ejemplo, Yugoslavia:


LAURUS NOBILIS EN EL MONTE ATOS

Laurus nobilis en el Monte Atos, o Monte Santo, en la península Calcídica, en la region periférica de Macedonia Central, República Helénica.

Fotografías de Bogdaniii, tomadas el 12/09/2021. Encontradas aquí