20.6.24

LO CONCEBIBLE

Igual que muchos de mis congéneres, no tengo conciencia de vivir sobre una esfera. De niño me entregué a esa fantasía, incentivado por 2001, una odisea espacial, de Arthur Charles Clarke. Pero en realidad esa publicación, igual que la obra cinematográfica homónima, es un imposible ejercicio de paisajismo romántico; igual que todas sus secuelas. Lo que entiendo es la realidad desde el ámbito de mi mirada, puesto en pie, hasta el horizonte. Una concepción de la realidad que tampoco es la de habitar un plano, como dicen algunos tratando de establecer una estéril dicotomía.

Yo creo en la redondez del mundo, que se me hace evidente en distintos aspectos, pero como vida vivida en su superficie. Porque, incluso las fotografías lejanas del planeta, forman parte de una realidad inconcebible que nunca ha podido ser resuelta por los promotores de una conciencia natural de habitar una esfera de la que se puede salir. Lo que proponen no es más que habitar una prisión infernal, tanto por su realidad física, como por su administración, tiránica en tanto que humana. Y la administración del mundo desde esa concepción de la realidad es otro infierno intolerable al que desea llevarnos ahora el poder por medio de esa nueva religión que es el ambientalismo. Pero la vida sobre el planeta sólo puede ser en conciencia de libertad. Lo demás equivale a la esclavitud y la muerte. 

La conciencia de la libertad implica una infinitud, que en el planeta han procurado tradicionalmente: el océano Pacífico y el centro de Asia por una parte, y los polos por otra. Sumideros todos de la conciencia geográfica, que proporcionan esa necesaria conciencia de no finitud.



No hay comentarios: