31.1.08

EL VIAJE



"Viaje japonés" de Eduardo Úrculo.

No soy yo muy viajero que digamos. Supongo que el no tener dinero favorece esta inclinación, pero he de reconocer que la razón última es la pereza. Además creo que no merece la pena viajar de cualquier manera. Porque ir en un autocar con otras cien personas, durante el tórrido verano, para ver a toda prisa lugares en los que una legión de vendedores de baratijas esperan aburridos nuestra llegada, no es mi ideal. Mejor (aunque también más caro) es ir por cuenta de uno, a su ritmo, alojándose improvisadamente y bregando con el personal. Pero mejor aún que esa "imitación de la vida" es viajar por motivos de trabajo. Entonces sí que se disfruta en condiciones. Es así como se ven rincones que nadie conoce, se descubren costumbres insospechadas y se entra, de verdad, en contacto con otra realidad distinta a la nuestra cotidiana, que es lo que buscamos en definitiva.

8 comentarios:

Frank dijo...

Hola,

pasaba por aquí por casualidad, viendo quiénes son mis vecinos y tratando de impedir que la gente siga escribiendo para los que no leen.

Disfruté muchos de tus fotos y textos.

Saludos desde México.

Glo dijo...

Gracias por tu visita a bordo y tus comentarios, Frank.

Anónimo dijo...

Me gusta viajar con confort.

Y me gusta Urculo hasta lo imposible.

A veces te siento triste.

cariños

Mertxe dijo...

No he viajado mucho. Al principio eran mis aitas los que me trasladaban de un lugar a otro en vacaciones. Después vinieron aquellas juergas incesantes que me impedían ver el paisaje, también en vacaciones. Ahora, cuando podrían elegir y disfrutar, la vida me ha hecho sedentaria a la fuerza. En fin...

Glo dijo...

Hola, mil orillas:

Hablando de confort... creo que este verano repetiré y volveré a Santiago de Compostela a pie (y ya van tres).

Un saludo.

Glo dijo...

Hola, mertxe:

Yo siento que he viajado suficiente. Lo hice por España mientras estaba estudiando en Pamplona. Quedé maravillado de mucho de lo que descubrí, la mayor parte en Castilla-León. Casi todo me era desconocido hasta entonces... Allí estaba, al alcance de la mano, sin museos, carteles, ni guías intermediarios.

Creo que buscaba y encontré mis raíces mirando el nítido horizonte en aquellos amaneceres gélidos de la meseta alta. Entonces hice mías las piedras talladas con vigor y elegancia, los arrebatados altares sumidos en el misterio de la penumbra, los chopos verticales y el graznido de los cuervos en el silencio del final del otoño.

Fui más lejos, ciertamente, pero nunca se repitió aquella gran emoción.

Mertxe dijo...

Pienso que si yo hubiera sido otra, no aquella que despertó tan tarde y en un mundo confundido, también tendría entre los ojos todos esos paisajes, todas esas emociones. Qué le vamos a hacer. Ahora lo que tengo es un cierto resentimiento contra mí misma. En fin, sé que me equivoqué, y eso, aunque no llene huecos, es importante, ¿no?

Qué gusto charlar contigo, amiguito.

Glo dijo...

Igualmente, mertxe.