4.1.08

LA ISLA



Todos los años, no recuerdo en qué fecha, el alcalde de Bermeo se embarca y acompañado de sus convecinos protagoniza un acto de lo más curioso: arroja una teja a la isla de Ízaro. De esa forma los bermeanos conmemoran haberla ganado a Mundaka en una competición de traineras.

Ízaro es apenas un islote de difícil acceso y escaso valor (que no sea natural), así que el acto es más una cuestión de honor y una excusa para organizar una fiesta. Y también me sirve a mí como excusa para hablar del tema de las islas en general, que siempre me ha interesado. Porque las islas tocan algo en nuestra mente nos hace percibirlas de manera especial; como si recreáramos en cada una de ellas un pequeño cosmos. Y esa especial percepción tiene inopinadas y vastas consecuencias... Aunque, curiosamente, no suelen alcanzar el carácter de "sagradas" (salvo excepciones, como la isla de los muertos de la mitología griega).

Igual que les ocurre a los perros, que no necesitan aprender dónde se encuentra el límite de la propiedad de su amo para reconocerlo y defenderlo, así las islas despiertan en nosotros sentimientos y evocaciones de muy diverso carácter.

Desde luego es una forma natural de “posesión”, pues su límite es claro y difícil de salvar y alterar. Así que Marlon Brando, como hombre de posibles, se compró una. Pero lo más normal es tener que compartirla, lo que no le hace perder interés. Ahí tenemos el caso de Manhattan, por ejemplo, que sabemos querida por testimonios como el de Woody Allen. También es famoso el celo con que Gran Bretaña, o Irlanda, han sido defendidas por quienes se consideran sus legítimos propietarios.

Pero una isla no siempre nos hace sentir bien. También puede convertirse en una prisión, literal o figuradamente. En el primer caso están quienes padecen el conocido síndrome de la isla, y en el segundo, los reos, que en otros tiempos eran enviados "lejos", a recaudo de muros y aguas a veces frías y turbulentas, como las de la Isla de los Estados, o cálidas e infestadas de tiburones, como la del Diablo.

Para la mayoría, que no nos ha tocado vivir en ninguna, solamente son fuente de inspiración o evocación: las islas de los piratas, La isla de Robinsón Crusoe, el planeta del Principito, las islas exóticas a las que soñamos ir algún día...

Para los estados, e incluso para sociedades de mucha menor entidad (como las que se disputaron Ízaro), las islas tienen una función mucho más práctica: son monedas de cambio o fulcros en enfrentamientos por el honor y el poder. Así China y Estados Unidos mantienen un pulso constante con la isla de Taiwán como excusa; Cuba y Puerto Rico son respectivamente "el ejemplo de lo que pasa por enfrentarse a nosotros" y "el eterno próximo estado de la unión". Pero no ha habido imperio, reino o república que no se haya visto tentado de hacer ese uso perverso de las islas.

Termino recordando parte de aquellas enumeraciones cantadas de las provincias de España que mi madre aprendió de niña: "... Fernando Poo, Onobó, Corisco y Alobey..."


6 comentarios:

Mertxe dijo...

Mientras te leía -y no sabría decir por qué misteriosos caminos ha llegado a mi pensamiento- esperaba que mencionases ese extraño pedrusco llamado Perejil. No valía nada, casi nadie sabíamos de su existencia; es un páramo pequeñito y desabrigado en donde a lo largo de los siglos se han puesto muchos pies y todos salían rebotados. Pues, con todo, la última teja arrojada al islote por sus actuales 'alcaldes' españoles costó más de un millón de euros. Y encima, ni para ti ni para mí, porque españoles y marroquíes pactaron el statu quo anterior. Me pregunto si habrán vuelto las cabras (estaban en el statu quo ante).

Glo dijo...

Se me ocurrió añadir perejil a este guiso, pero no creo que le hubiese cambiado el sabor. Es un caso de tantos como ha habido, de buenas excusas para darse de tortas.

No obstante, me gustaría mencionar algunas otras islas evocadoras que se me quedaron en el tintero: la isla de la ciudad de París (a la que se refiere el lema "fluctuat nec mergitur" que aparece en su escudo); la isla de los museos de Berlín; la isla de los faisanes, en el Bidasoa; la isla de Pascua; Francia, de la que se dijo que era "una isla rodeada de tierra por todas partes"; las islas devastadas por los ensayos nucleares; la mítica Thule; la mítica Atlántida, la devastada isla de Krakatoa...

:)

Meg dijo...

Hola, buenas, no sé muy bien cómo he llegado aquí, pero me ha gustado tu blog.

Y sobre todo, esta historia, la de la teja sobre la isla de Ízaro, qué cosa más curiosa.

Y el huso horario "Begoña-Conakry"... demuestra que tienes humor, que tanta falta nos hace hoy en día.

Seguiré visitándote.

Glo dijo...

Gracias por tu visita, meg. Me gusta siempre imaginar internet como un neblinoso mar de los sargazos, lleno de barcos perdidos cuyos tripulantes no saben adónde van. El mío, desde luego, no cubre derrota alguna ni tiene otro puerto de destino que no sea convertirse en un barco fantasma cuando yo desaparezca.

Un saludo.

Nómada planetario dijo...

Curiosa y acertada disertación sobre ínsulas, algunas baratarias como Perejil, Chafarinas, Peñón de Vélez de la Gomera, Alborán, La Graciosa...

Que se porten bien los reyes.
Saludos.

Glo dijo...

Lo mismo te deseo, nómada planetario.