19.4.10

PASEO

Buia es uno de los barrios rurales de Bilbao. Lo constituyen un puñado de casas autoconstruidas que los sucesivos propietarios han ido mejorando. Se encuentra en una ladera muy pendiente, rodeado de bosquetes de acacias, pinos formidables y prados. Sus calles, sólo aptas para buenas piernas, llevan muy poco tiempo pavimentadas. Es un lugar mal comunicado. Una línea de autobús deja a los viajeros en la parte baja. El chófer, después de apagar el motor, saca un grueso libro para entretener la dilatada pausa, lo que no habla muy bien de su frecuencia. Buia, tan cerca de la capital y rodeado de vegetación, sigue resultando un lugar ambiguo. La gente viaja decenas de kilómetros para vivir en el campo, pero en estos barrios altos del mismo Bilbao, próximos y con magníficas vistas, siguen viviendo solamente aquellos que no encuentran nada asequible más abajo.

Dejamos el coche junto a un parque para los niños. Había bastantes. Callejeamos lo poco que el pequeño lugar permite, siempre con esfuerzo, aunque aliviados por el aroma de los jazmines. Las huertas nos hablaban de Galicia. Las casas aparecían bien arregladas en su mayor parte. A veces estaban pintadas discretamente de blanco y otras, de colores extraños. Al llegar a la parte alta apareció una carretera que discurría entre árboles y prados, bien asfaltada, aunque igual de difícil que las callejas que acabábamos de dejar. No pasó un solo vehículo ni persona en todo nuestro paseo. De sus márgenes recogimos un ramo de flores silvestres. Después del repecho alcanzamos otro pequeño núcleo en el que destacaba un palacio de finales del XIX, mantenido a duras penas por sus ocupantes. Las vacas y sus terneros nos miraban con curiosidad y nosotros a ellos con ternura.

2 comentarios:

Mertxe dijo...

¿Es un barrio nuevo? Nunca había oído hablar de él...

Glo dijo...

La verdad es que incluso aquí, casi nadie ha oído hablar de ese barrio. No es nuevo, desde luego, pero sí remoto.

Un abrazo.