He venido por la calle de abajo en este caluroso día de primavera. Por la calle de la sombra, junto a mi querido parque en vías de desaparecer. Allí suelen reunirse los jóvenes. Nunca sucede gran cosa, pero hoy, en el calor de la siesta, cuando la calle estaba casi vacía, la policía cacheaba a dos hombres. Uno era enjuto y vestía con ropa oscura. No le conocía. En el momento de pasar, le pedían que se descalzara. Al otro, alto e igualmente delgado, lo he visto muchas veces en ese mismo lugar, acompañado de su perro.
Al llegar a casa me ofende en la televisión un anuncio patético "contra" la "violencia de género". Es patético en tanto que apela a nuestros sentimientos de una manera ridícula, y ofensivo en tanto que hipócrita, pues intenta reducir ese tipo de violencia a una ideología, sin abordar los motivos últimos por los que mueren y sufren los débiles (no solamente las mujeres).
En ambos casos el asunto de fondo son las drogas, clasificadas como duras o blandas, perseguidas o consentidas, de forma variable según el lugar y la época. La policía buscaba, probablemente, la pasta estupefaciente obtenida de las hojas del Cannabis sativa, o hachís. Los publicistas, por su parte, hacían omisión intencionada del consumo de alcohol.
El machismo puede conducir a barbaridades como el burka, pero no necesariamente a la muerte violenta de una mujer. El alcohol, en cambio, produce cambios en la percepción y en el estado de ánimo que pueden degenerar en violencia y en muerte. La violencia de género se da cuando concurren machismo y alcohol en la intimidad familiar. Pretender atajarla atendiendo solo al machismo es garantía de fracaso.
Al llegar a casa me ofende en la televisión un anuncio patético "contra" la "violencia de género". Es patético en tanto que apela a nuestros sentimientos de una manera ridícula, y ofensivo en tanto que hipócrita, pues intenta reducir ese tipo de violencia a una ideología, sin abordar los motivos últimos por los que mueren y sufren los débiles (no solamente las mujeres).
En ambos casos el asunto de fondo son las drogas, clasificadas como duras o blandas, perseguidas o consentidas, de forma variable según el lugar y la época. La policía buscaba, probablemente, la pasta estupefaciente obtenida de las hojas del Cannabis sativa, o hachís. Los publicistas, por su parte, hacían omisión intencionada del consumo de alcohol.
El machismo puede conducir a barbaridades como el burka, pero no necesariamente a la muerte violenta de una mujer. El alcohol, en cambio, produce cambios en la percepción y en el estado de ánimo que pueden degenerar en violencia y en muerte. La violencia de género se da cuando concurren machismo y alcohol en la intimidad familiar. Pretender atajarla atendiendo solo al machismo es garantía de fracaso.
2 comentarios:
Naturalmente que sí. Tendemos al reduccionismo, la explicación intelectualmente fácil y, probablemente, políticamente correcta. Lo cierto es que, sin pretender un mundo perfecto ni nada que se le parezca, detrás de cada barbarie hay un 'impulsor', que a veces está legalizado y otra veces no, pero qué más da quién se embolsa el beneficio de su comercio si, a fin de cuentas, su comercio produce estas atrocidades.
El alcohol es un problema porque afecta a toda la población sin excepción, lo que impide que se tome conciencia de los problemas que causa.
Periodistas, jueces, políticos... suelen ser consumidores, muy enganchados en ocasiones, y si abordan el asunto es sólo parcialmente.
Tengo la impresión de que somos pocos los interesados en esclarecer este asunto, y me temo que no hacemos "masa crítica".
Un abrazo.
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