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Algunas cosas no dejan nunca de sorprenderme. La absoluta falta de información y de curiosidad por Guinea Ecuatorial es una de ellas. Todo el mundo disfrutamos de nuestra tarima de elondo, o de nuestras puertas de sapeli o iroko, pero no sabemos que vienen de un lugar que hasta hace cuarenta y pocos años era España, y que mantiene con nuestro país vínculos importantes. Entre otros, el del castellano. Con suerte, hemos oído mentar a los Nguema, o nos suena la retahíla de "Fernando Poo, Corisco y Alobei, y el territorio continental de Río Muni". El Sáhara está teniendo algo más de predicamento, pero para saber algo "de verdad" de aquellos lugares hay que preguntar a los quintos que hicieron allí la mili o bucear en lo que nos dejó escrito Julio Caro Baroja. Ahora bien, prefiero mil veces ese silencio a las "interpretaciones históricas" y las recreaciones de "hechos heroicos" de las películas.
Algunas cosas no dejan nunca de sorprenderme. La absoluta falta de información y de curiosidad por Guinea Ecuatorial es una de ellas. Todo el mundo disfrutamos de nuestra tarima de elondo, o de nuestras puertas de sapeli o iroko, pero no sabemos que vienen de un lugar que hasta hace cuarenta y pocos años era España, y que mantiene con nuestro país vínculos importantes. Entre otros, el del castellano. Con suerte, hemos oído mentar a los Nguema, o nos suena la retahíla de "Fernando Poo, Corisco y Alobei, y el territorio continental de Río Muni". El Sáhara está teniendo algo más de predicamento, pero para saber algo "de verdad" de aquellos lugares hay que preguntar a los quintos que hicieron allí la mili o bucear en lo que nos dejó escrito Julio Caro Baroja. Ahora bien, prefiero mil veces ese silencio a las "interpretaciones históricas" y las recreaciones de "hechos heroicos" de las películas.
2 comentarios:
Cuando era niña estuve muy familiarizada con Guinea española. De oídas, claro. Por alguna misteriosa razón, o quizás no tanto si pensamos en la 'mili', algunos vecinos de Rentería, amigos nuestros la mayoría, se establecieron allí para vivir de la madera. Solían venir de vacaciones y contaban y no paraban. Luego se volvieron todos, porque los años sesenta no les convinieron nada, nada, nada...
No llegaron a arraigar allí.
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