3.2.11

POPULUS ALBA BOLLEANA



Esta variedad de álamo blanco es uno de los árboles más plantados en los jardines, sobre todo en lugares de clima seco, donde es difícil conseguir árboles que se hagan grandes en poco tiempo. Solamente hay que suministrarle agua suficiente, y ¡hay de quién no lo haga!, porque él la buscará con sus poderosas raíces, y desbaratará todo lo que encuentre de por medio.



El contraste entre el césped y su corteza blanca, ligeramente verdosa, es un clásico de la jardinería. La corteza es, junto con la de los plátanos (Platanus hispánica), la preferida de los enamorados para grabar sus corazones, y en general de cualquiera habilidoso con la navaja con ganas de dejar algo escrito.


Su copa es también característica: más tendente a la verticalidad que la de su variedad silvestre, pero más ancha y menos compacta que la del chopo (Pópulus nigra itálica).

Las hojas presentan un fuerte contraste entre su haz verde y su envés blanco y lanuginoso, y pueden tener dos formas diferentes:



una elíptica, con el borde ondulado,



y otra, más compleja, palmada, semejante a la de los plátanos o los arces.

Este álamo es una planta especialmente preparada para colonizar las graveras formadas por las crecidas de los ríos. El color blanco de su corteza y de sus hojas permite que soporte bien la fuerte radiación de los espacios abiertos. Además se reproducen profusamente por brotes de raíz.

Es una especie que no debería podarse, pues si se hace mal, por cualquier herida enseguida se le pudrirá el tronco. Aún teniendo buen cuidado, la vida de los álamos no suele ser larga.

Los álamos, al igual que los sauces, tienden a hibridarse. El más cultivado de los híbridos del álamo blanco es el Pópulus canescens, originado por cruce con el álamo temblón (Pópulus trémula).

Las especies ripícolas (de ribera) están adaptadas a las crecidas que arrasan periódicamente todo lo que se encuentra en los lechos. Esas plantas parecen contar con ello y, en consecuencia, sus individuos suelen ser poco longevos. Aunque esto habría que matizarlo, porque los brotes de raíz, o los ejemplares que nacen de las ramas desgajadas y arrastradas por la corriente son, en realidad, prolongaciones del mismo individuo. También su frágil madera puede ser una adaptación ventajosa para aprovechar la violencia del agua y facilitar la reproducción vegetativa.

De la reproducción sexual se encargan los abundantes vilanos algodonosos que se apelotonan en primavera por todos los rincones, transportando, cada uno, una pequeña semilla casi invisible.

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