IX
El puerto es viejo. No puedo esperar ya
ni al amigo que se fue a la isla de los pinos
ni al amigo que se fue a la isla de los plátanos
ni al amigo que se fue mar adentro.
Acaricio los cañones corroídos, acaricio los remos
por revivir mi cuerpo y resolverlo.
El aparejo exhala sólo el olor
de la sal de otra tormenta.
Si quisiera estar solo buscaría
la soledad y no esta espera,
los mil pedazos de mi alma en el horizonte,
estas líneas y colores, este silencio.
Las estrellas de la noche me arrastran al ansia
de Odiseo por los que murieron entre los asfódelos.
Cuando recalemos ante los asfódelos es que allí
pretendíamos hallar
el valle que vio a Adonis herido.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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