HUIDA
No era diferente nuestro amor
escapaba volvía otra vez y nos traía
un guiño de muy lejos
una sonrisa hecha piedra, perdida
en un prado matinal
una extraña caracola que con tesón
nuestra alma intentaba descifrar.
Nuestro amor no era diferente, iba a tientas
despacio entre lo que nos envolvía
para explicar por qué nos resistimos a morir
con tanto sufrimiento.
Aunque nos tomamos del talle, aunque abrazamos
con toda nuestra fuerza otros cuellos,
aunque fundimos nuestro aliento con el aliento
de aquella persona,
aunque cerramos nuestros ojos, no era diferente
tan sólo esta tristeza más honda de asirnos
en la huida.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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