4/17/2014

ESTRATIS EL MARINERO ENTRE LOS AGAPANTOS

ESTRATIS EL MARINERO ENTRE LOS AGAPANTOS

No hay asfódelos, ni violetas, ni jacintos
¿cómo hablar con los muertos?
Los muertos sólo saben el lenguaje de las flores,
por eso callan,
viajan y callan, aguantan y callan
en el reino de los sueños, en el reino de los sueños.

Si me pongo a cantar acabaré gritando
y si grito-
los agapantos me mandan callar 
levantando una manita de azul infantil de Arabia
o incluso las palmas de una oca en el aire.

Es duro y difícil. No me basta con los vivos;
primero, porque no hablan y luego
porque he de preguntar a los muertos 
si quiero avanzar más.
De otro modo es imposible, apenas me toma el sueño
los compañeros cortan los cordeles de plata
y el odre de los vientos se vacía, vuelvo a llenarlo
     y se vacía.
Me despierto
como el pez rojo nadando
en los intervalos del relámpago.
El viento, el aguacero, los cuerpos humanos,
los agapantos clavados como flechas del destino
en la tierra sedienta
sacudidos por espasmos
parecen ir cargados en una decrépita carreta
renqueante por caminos de viejo pavimento destrozado,
los agapantos, asfódelos de los negros:
¿cómo iniciarme en esta religión?
Lo primero que creó Dios es el amor
viene luego la sangre
y la sed de sangre
a la que la simiente del cuerpo 
aguijonea como sal.
Lo primero que creó Dios es el largo viaje:
aquella casa que aguarda
con un humo celeste
con un perro envejecido
en espera del retorno para morir.
Pero necesito que los muertos me enseñen el camino;
son los agapantos quienes los mantienen en silencio
con los abismos del mar o el agua en un vaso.
Y los compañeros se quedan en el palacio de Circe;
¡mi querido Elpenor!¡Elpenor, pobre estúpido!
O ¿es que no los estás viendo?
-"¡Socorro"-
en la cresta abrasada de Psará.

Transvaal, 14 de enero '42.



Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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