En pie ponemos tinglados y los desmontamos
doquiera que paremos y donde nos hallemos
ponemos en pie tinglados, plateas y escenas,
el destino sin embargo victorias trae plenas
también es su barrendero y nuestro barrendero,
barre a los farsantes, barre al teatrero
al apuntador, a músicos e instrumentos
a todos los manda al furor de los cinco vientos.
Carnes, lonas, tramoyas, colorines,
rimas, pasiones, velos, figurines,
máscaras, crepúsculos, padeceres,
interjecciones, ¡ay!, y amaneceres,
todos revueltos, de acá para allá
(di dónde vamos, di dónde vas)
nervios desnudos en cuerpo bien magro
como rayas de cebra o de onagro,
desnudos, resecos de calentura
(¿cuándo nos dieron vida o sepultura?)
en tensión como cuerdas de una lira,
de una lira que vibra sin fin. Mira
nuestro corazón, es como una esponja
arrastrada por la calle y la lonja,
trapo de sangre y bilis embebido,
aquella del tetrarca y el bandido.
Oriente Medio, agosto '43.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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