26.4.14

I, LA CASA JUNTO AL MAR, DE EL "ZORZAL", DE SEFERIS

Simiente efímera de un demon penoso y de
un arduo destino. ¿Por qué me obligáis a decir
cosas que para vosotros es mejor no conocer?

Sileno a Midas.

I

LA CASA JUNTO AL MAR

Las casas que tenía me las quitaron. ocurrió
que fueron años bisiestos: guerras, devastación, exilios.
Unas veces el cazador encuentra aves de paso
otras, no. La caza
en mis tiempos era buena, el plomo pilló a muchos.
Otros andan sin rumbo o enloquecen en los refugios.

No me nombres a la alondra ni al ruiseñor
ni al diminuto aguzanieves
que trazan figuras con su cola en la luz.
No sé mucho de casas,
sé que tienen su linaje, nada más.
Nuevas al principio, como niños
que juegan con las franjas de sol en los jardines,
recaman postigos de colores y puertas
relucientes sobre el fondo del día;
cuando las ha concluido el alarife, cambian,
fruncen el ceño o sonríen o incluso se enojan
con los que se quedaron, con los que partieron,
con los que volverían si pudieran
o con los que se perdieron, ahora que el mundo
se ha vuelto un albergue inmenso.

No sé mucho de casas,
recuerdo sus gozos y sus penas
cuando me detengo alguna vez en mi camino;
incluso
alguna vez junto al mar, en alcobas vacías
con una cama de hierro, sin nada mío,
contemplando la araña crepuscular pienso
que alguien está a punto de llegar, que lo visten
de ropas blancas y negras, con aderezos multicolores
y que en torno suyo hablan quedo mujeres venerables
de pelo ceniciento y encajes sombríos,
que se apuran por venir a despedirme;
o que una mujer de mirada chispeante y fino talle,
de regreso de puertos meridionales,
Esmirna, Rodas, Siracusa, Alejandría,
de ciudades cerradas como cálidos postigos,
con perfume de frutos dorados y de yerbas,
va subiendo los peldaños sin ver
a los que se han dormido bajo la escalera.

Tú sabes que las casas se enojan enseguida cuando las 
     desnudas.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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