En una taberna muy vieja cerca de Sevilla. Sobre el mostrador recién pasado con un paño húmedo descansa un apetitoso tentempié sobre papel de estraza y un par de vasos sencillos con algo de beber a granel. Nos falta sentir el frescor de la penumbra, la reverberación de los pasos y el entrechocar de los taburetes de madera en las paredes llenas de almanaques con temas folclóricos, y el aroma de la madera húmeda y el vino seco.
No añoro nada de estos restos del pasado, pero me recuerdo agusto en su sencillez, en su silencio, en su falta de artificio.
No añoro nada de estos restos del pasado, pero me recuerdo agusto en su sencillez, en su silencio, en su falta de artificio.
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