24.4.14

ÚLTIMA ETAPA, DE DIARIO DE A BORDO II, DE SEFERIS

ÚLTIMA ETAPA

Escasas las noches de luna que me agradaron.
El abecedario de estrellas que se deletrea
a merced del cansancio al fin de la jornada
sacando otros sentidos y otras esperanzas
se puede leer más claramente.
Ahora que ocioso estoy aquí sentado calculando,
escasas son las lunas que han quedado en mi memoria:
islas color Mater Dolorosa, tarde en el menguante
o claros de luna en ciudades septentrionales derramando
     en ocasiones sobre calles agitadas, ríos y
     miembros de las gentes
un pesado letargo.
Pero ayer tarde aquí, en nuestra última escala
donde aguardábamos que rayara el momento del regreso,
como una vieja deuda, dinero esperado años
en las arcas de un avaro y que al final
llega el instante de saldar y se escucha
el caer de las monedas en la mesa.

En este pueblecito del Tirreno, detrás del mar de Salerno,
detrás de los puertos del regreso, al cabo
de una tormenta otoñal, la luna
se ha desprendido de las nubes y en la ladera de enfrente
las casas se han vuelto de esmalte.
Silencios aliados de la luna.

Es una cadena conceptual, un modo
de comenzar a hablar de cuestiones que se confiesan mal,
cuando no se puede más, a un amigo
huido a escondidas con noticias
de casa y los amigos,
y forzados nos vemos a abrir el corazón
antes que el destierro se adelante y todo lo cambie.
Venimos de Arabia, de Egipto, de Palestina, de Siria:
el minúsculo reino
de Comagena, extinguido como una lucerna,
muchas veces sacude nuestra mente,
y grandes ciudades que vivieron milenios
y quedaron luego convertidas en pastizal de gamuzas,
en campos de caña y maíz.
Venimos de la arena del desierto y los mares de Proteo,
almas marchitas por pecados oficiales,
cada uno con su rango como pájaro en la jaula.
El húmedo otoño en este agujero
hace supurar cada una de nuestras llagas
o por decirlo de otro modo: némesis, destino
o tan sólo malos procederes, fraude y engaño
o incluso el egoísmo de especular con sangre ajena.
El hombre se gasta fácilmente en las guerras:
el hombre es blando como una paca de heno,
labios y dedos ávidos de un pecho blanco,
ojos entornados al resplandor del día
y pies que echarían a correr -por cansados que estuvieran-
al menor atisbo de provecho.
El hombre es blando y siente sed como la yerba,
insaciable como la yerba, sus nervios, raíces que se extienden.
Cuando llega la cosecha,
unos a gritos exorcizan al demonio
otros se enredan en sus bienes, otros hacen retórica.
Pero los exorcismos, los bienes y la retórica
¿para qué sirven cuando están lejos los vivos?
¿No es el hombre otra cosa?
¿No es él quien transmite la vida?
Tiempo de sementera, tiempo de mieses.

Siempre lo mismo, lo mismo, me dirás, amigo.
Sin embargo el pensamiento del refugiado, el pensamiento
     del prisionero, el pensamiento
del hombre, reducido él mismo a mercancía,
¡prueba a cambiarlo! No podrás.
Tal vez le gustaría quedarse de rey de los caníbales
consumiendo energías que nadie compra,
pasearse por campos de agapantos
o escuchar el tam-tam a la sombra del bambú
mientras danzan los cortesanos con máscaras monstruosas.
Sin embargo el país que talan y que abrasan como al pino,
     tú ya lo ves,
sea un vagón lóbrego, sin agua, con las ventanillas rotas,
     noches y noches,
sea el barco en llamas que se irá a pique según las
     estadísticas,
es algo que ha echado raíces en la mente y que no cambia,
es algo que ha hecho brotar imágenes idénticas a esos árboles
que dejan caer sus ramas en la selva virgen,
ramas que se aferran al suelo y rebrotan salvando
     leguas y leguas:
nuestra mente, una selva virgen de amigos asesinados.
Y si te hablo con fábulas y parábolas
es porque las escuchas a gusto, el escalofrío de horror
no sirve para conversar porque es vivo
porque es mudo y avanza:
rezuma de día, rezuma en el sueño
la angustia del recuerdo.

Hablemos de héroes, hablemos de héroes: Mijalis
que con sus heridas abiertas se escapó del hospital
quizá hablaba de héroes cuando aquella noche
en que a rastras por la ciudad en tinieblas,
hurgando en nuestro dolor aullaba: "Entre tinieblas
vamos, por tinieblas avanzamos..."
Los héroes avanzan por las tinieblas.

Escasas las noches de luna que me agradan.


Cava dei Tirreni, 5 de octubre '44.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la peña

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