ACERCA DE EL CARNICERO

He leído varios y dispares comentarios sobre El carnicero de Chabrol, que presenté el otro día en su versión original. Igual que en las películas de Rohmer, los temas están veladamente sugeridos. En este caso se trata de las guerras en las que Francia participaba o había participado recientemente: Argelia e Indochina. Chabrol parece sugerir que el protagonista, Popaul, es un "producto" de esa circunstancia. En cualquier caso, una persona con problemas, que su sociedad, que vive en un estado de ingenuidad (cuya metáfora podría ser el minuet bailado por niños), no comprende por desconocimiento, desinterés y conveniencia. Popaul, con su escasa formación, tampoco llega más que a dar una mera e ineficaz descripción visual de los horrores por él vividos. Curiosamente, Chabrol consigue que los espectadores sintamos exactamente el mismo desinterés por lo que nos cuenta Popaul. Incluso nos apenamos por "estas" muertes y no sentimos nada por "aquellas".

Pero todo lo expuesto está apenas sugerido y aparece combinado con reflexiones sicológicas que parecen sugerir que el protagonista se ha "mantenido" primitivo, o que "se ha desarrollado en él" el hombre primitivo.

Hélène, la protagonista, llega de una relación que la ha frustrado y llevado a una vida monástica en un lugar en el que parece estar algo fuera de lugar. Las experiencias pasadas de ambos, como se ve, los mantienen desvinculados de su entorno, lo que les arrastra a una identificación, que en el caso de Popaul va acompañada de un interés amoroso aparentemente no correspondido por ella.

Conforme avanzan los acontecimientos todo se centra en ellos dos, cada vez más próximos (e involucrados, pues ella, como nosotros, sospecha la verdad sin decir nada), perdiendo todo lo demás la poca importancia que pudo haber tenido. Finalmente, la figura sola de Hélène junto al río, hace patente, de nuevo también para los espectadores, lo extraño de la ausencia de él.

Lo peor, el abrumador consumo de tabaco que se da en toda la película.