De prisa, de prisa
late el corazón
estas montañas
nos parecen seguras.
De prisa, de prisa
persigues encontrar
la danza familiar
de una luminosa
ladera que de repente
se vistió de arrebol;
late el corazón
tiemblan los labios -
Aquí nos engañaron
de prisa, de prisa.
Unos mercaderes fenicios
vendían ídolos,
no eran montañas.
Hotel "Ambassadeurs".
27-VIII-1953.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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