Resulta chocante esa obsesión por el agua en la cultura mediterránea
española. Incluso personas de vida urbana, ajenas por completo a la
agricultura, parecen vivir pendientes de lo que llueve. Si esas mismas
personas se encontraran en algún desierto calcinante o en una sabana, es posible que
disfrutaran de la naturaleza tal y como es, pero aquí toda excursión
campestre está insistente, machacona, pertinazmente mediada por la
sensación de que no llueve lo suficiente.
Fotografía encontrada aquí.
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