Las primeras escenas del Drácula de Coppola interpretadas por Gary Oldman son las únicas que me interesan de todo lo que conozco inspirado en el conde húngaro ¿Para qué la exagerada magia si son suficientemente inquietantes esos arrebatos de ira o de llanto; los desconcertantes cambios de ánimo que hacen que el elegante caballero de refinados modales se convierta en una bestia? Nada (excepto Laurence Olivier en Marathon man), encaja mejor con la descripción de Hitler hecha por Speer, su arquitecto y ministro de armamento: un hombre encantador, de personalidad seductora, arrebatadora... y al mismo tiempo fríamente capaz de llevar a cabo las mayores atrocidades (la legislación contra los judíos me parece mucho más salvaje, más denigrante, más brutal que los propios campos de exterminio).
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