Me gustan los jardines con muy pocos elementos. Este es uno de ellos. Originalmente fueron huertas en el interior de una manzana, pero ahora, caídas en desuso, se mantienen con los cuidados mínimos: siega regular del césped, sin riego, y mantenimiento sin poda de los arbustos (me pareció que, al menos uno de ellos, es un laurel). Su mayor virtud inspiradora es la vista que proporcionan desde la calle Munibe. He pensado que podría montarse un local de comidas o bebidas al fondo, bajo las copas de los arbustos, de manera que los usuarios tuvieran que recorrer toda su longitud mayor, desde la entrada hasta el chiringuito. Es un pequeño paraíso enmedio de una trama urbana sin zonas verdes, con apenas plantas, y de vialidad muy desacertada.
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