"... No sé por qué parecen
llenas de magia melancólica las cosas pasadas; no se lo explica uno
bien; se recuerda claramente que en aquellos días no era uno feliz, que
tenía uno sus inquietudes y sus penas, y, sin embargo, parece que el sol
de entonces debía brillar más, y el cielo tener un azul más puro y más
espléndido.
Uno quisiera que las personas y las cosas relacionadas con nuestros
recuerdos fueran eternas; pero nuestra existencia no representa nada en
la corriente tumultuosa de los acontecimientos. Allí teníamos un
amigo..., en aquel rincón fuimos felices..., nuestra felicidad o nuestra
amistad tienen poca importancia.
Siento, al pensar en esto, un profundo terror, como si la vida se me escapara en un momento de desmayo. La inanidad de las cosas me conturba; la esperanza me falta. Yo quisiera que mi espíritu fuera como el ruiseñor, que canta en la noche negra y sin estrellas, o como la alondra, que levanta su vuelo en la desolación de los campos, y no el pájaro herido que se viene a tierra velozmente..."
Fragmento de Las inquietudes de Xanti Andía, de Pío Baroja.
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