12/04/2021

EL ARTE Y YO

Un día de estos encontré en video en TikTok de una mujer que se promocionaba como docente en arte, y comenzó diciendo que se encontraba tomando un café en Nueva York, en el vestíbulo de un edificio de Renzo Piano, y que estaba allí para hablar de la Capilla Sixtina... Esta mujer estaba haciendo uso del glamur, de la admiración que despierta lo que nos ha llegado en alas de la fama, pero que no conocemos presencialmente; de aquello a lo que se refería Cicerón cuando decía "omne ignotum pro magnifico".

Pero eso no es el arte. O no es todo el arte. Hay otra faceta del arte, que se aprecia en la intimidad, y que, al menos en mi caso, es cambiante: en ocasiones me consuela y emociona Shostakovich, y en muchos otros momentos no me apetece, no me dice nada, e incluso me produce rechazo. Pero los momentos más sublimes son aquellos en los que creo haber comprendido el sentido de una obra, como si de una adivinanza se tratara. Un sentido que me parece válido a mí, aunque su autor nunca pensara en ello.

No me cabe la menor duda de que el arte, para mí, no es algo en sí mismo, sino un producto de su combinación con mis emociones, con mis intereses, y con mi propia creatividad.

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