A orillas del Cantábrico las huertas urbanas (más concretamente sus linderos), atesoran la diversidad faltante en los proyectos de la administración pública, a la que estorban los ineficientes procesos administrativos y la rígida legalidad, que ha tendido a la dicotomía privado/ público en detrimento de los semiprivado/semipúblico. El bonitismo campa por sus respetos disfrazado de óptima relación con el medio ambiente.
En la fotografía, huerta urbana entre una vía rápida y la confluencia de los arroyos Castaños y Granada, en Vizcaya, España.
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