Mover piedras enormes debió ser el primer juego fascinante del Poder ante el pueblo. (aún contemporáneamente esa magia ha dado de comer a artistas como Richard Serra). Después, o simultáneamente, se excavaron montañas, y finalmente, ambos asuntos se unieron en la construcción de esas montañas artificiales que son las pirámides. En las piedras quedan plasmadas la belleza y la juventud para la eternidad, y su manejo a voluntad era algo verdaderamente mágico. Aún hoy las obras públicas justifican el quehacer del Poder.
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