9.11.24

PECIOS ABANDONADOS Y A LA DERIVA


Hace tiempo que los vengo encontrando en la red. Alguno lo observé descomponerse, poco a poco, hasta irse a pique y desaparecer, quedando sólo parte de su contenido recogido en otros navíos. 

La propia administración pública española tiene sus cochambrosos cascarones desfasados, y el acceso a algunos trámites burocráticos es precedido de una advertencia de peligro. Mientras tanto, los parentes patriae siguen hablando, hipócritamente, de alfabetización informática.

Internet es un gran cementerio marino, un neblinoso mar de los Sargazos donde quedan variadas cientos de miles de páginas ante la imposibilidad de avanzar entre las dificultades de actualización, de mantenimiento, pérdida de interés por las empresas, muerte de los autores... 

La red carece de memoria, y por tanto, de historia. No parece posible hacer una crónica de cómo han ido cambiando las busquedas; de la arriesgada, extrema libertad de antes y la ingerencia del poder de ahora. 

La de la navegación en la red es una historia compleja de contar porque consta de procesos difícilmente descriptibles; como, por ejemplo: la posibilidad de descarga lenta o rápida (de pago), de un archivo comprimido; la laberíntica búsqueda del botón o la página de descarga entre la publicidad; la apertura diferida de una página que conduce a otra; la necesidad de aprender en quién confiar; las prodigiosas, infinitas posibilidades de Windows frente a la simplificada realidad de Android...

Este mismo artículo se olvidará después de haber tenido unas pocas visitas, o incluso unos pocos simples avistamientos. Una buena metáfora de la inanidad y caducidad de la vida. Después de un tiempo de zozobra, los pecios se hundirán, desapareciendo por completo como si nunca hubieran existido, lo que caracteriza las ruinas del mar respecto de las de la tierra.

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