La geografía cimeria y la egipcia están vinculadas por el viento fresco del norte. Los símbolos se superponen, se apelotonan en ese eje norte-sur que es creado por la depresión atmosférica permanente que se da en los grandes lagos, situados en el ecuador, que succiona el aire a través del canal que es el valle del Nilo, permitiendo que los veleros remonten la corriente del gran río; algo que unido a su tránsito del desierto del Sáhara da lugar a ese orden humano que denominamos Egipto, que tiene fama de ser el principio de todo. Y del hierático y eterno Egipto nació en primer lugar la elegante cultura de una libertad propiciada por la división del Poder favorecida por esos archipiélagos, en ese mar y sus orillas, que denominamos Grecia. Una cultura cuyos veranos habrían resultado intolerables sin el fresco Bóreas, viento del norte, que atraviesa el canal Dardanelos-Mármara-Bosforo, que barre el mar Negro, y que, viajando en su contra, conduce a la orilla opuesta, antesala del oscuro Hades, a cuyas puertas la civilización griega creó el duradero reino del Bósforo cimerio, bajo la advocación de una Artemisa sangrienta, aislado en la península de Crimea de las inciertas estepas, con cuyos habitantes, los bárbaros, comerciaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario