Buda del actual Pakistán, con influencia grecorromana.
Fotografía encontrada aquí. El poema se encuentra aquí.


IV
ARGONAUTAS
Y un alma
si quiere conocerse a sí misma
en un alma
ha de mirarse:
al extrajero y al enemigo lo vimos en el espejo.
Eran buenos muchachos los compañeros, no se quejaban
ni de fatiga ni de sed ni de hielo,
tenían el temple de los árboles y las olas
que aceptan los vientos y la lluvia,
aceptan la noche y el sol
sin mudar en el cambio.
Eran buenos muchachos, días enteros
sudaban en los remos con la vista baja
respirando al compás
y su sangre enrojecía una piel sumisa.
Una vez empezaron a cantar, con la vista baja,
cuando pasamos por la isla yerma de los nopales
a poniente, más allá del cabo de los perros
que ladran.
Si quiere conocerse a sí misma, decían,
en un alma ha de mirarse, decían,
y hendían los remos el oro de la mar
en el ocaso.
Doblamos muchos cabos muchas islas la mar
que a otra mar lleva, gaviotas, focas.
En ocasiones, desdichadas mujeres a gritos
lloraban a los hijos que perdieron
y otras, enloquecidas, buscaban al gran Alejandro
y las glorias hundidas en los abismos de Asia.
Atracamos en playas rebosantes de nocturnas fragancias
de trinos de aves, de aguas que dejaban en las manos
el recuerdo de una felicidad inmensa.
Pero los viajes no acababan.
Sus almas se fundieron con los remos y escálamos
con la grave figura de la proa
con la estela del timón
con el agua que zahería sus rostros.
Fueron muriendo los compañeros uno tras otro,
con la vista baja. Sus remos
señalan el lugar donde yacen en la playa.
Nadie los recuerda. Justicia.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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