Me resultó muy revelador descubrir que el caudal de las cataratas del Niágara es artificial y está regulado por un convenio internacional en el que prima un criterio económico vinculado al turismo sobre un criterio naturalista vinculado al clima. Los legisladores pensaron que los turistas no iríamos a ver las cataratas si no tenían la apariencia esperada. Pero en mi caso ha resultado lo contrario: nunca iré a ver ese accidente con caudal regulado y constante. Me repugna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario