Mis avances en la comprensión de la geografía de Europa del este son como el tranquilo avance de un caracol. Y hoy me ha sucedido resolver una duda que me surgió hace tiempo. Y es que, igual que aquel hombre inmortal, protagonista del cuento de Jorge Luis Borges Acevedo, dedujo que si existe un río que proporciona la inmortalidad ha de existir otro que devuelva la mortalidad, yo también llegué a la conclusión de que, si existen unas Puertas de Hierro que salvaguardan la cuenca panónica en su desagüe, también han de existir otras "puertas" de igual importancia estratégica, en la embocadura del río Danubio a la cuenca panónica ¡Pero yo, erróneamente. las buscaba en los límites del reino de Hungría, que yo me empeñé que comprendía toda esa cuenca!
La clave la proporciona la geografía y se deduce fácilmente de su observación: la entrada a la cuenca es el espacio relativamente constreñido que se encuentra entre los Alpes del este y los Cárpatos del oeste. Y su importancia estratégica es proporcional a la importancia del asentamiento que se creó en ese lugar, que llegó a ser la capital de un reino y de un imperio: Viena.

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