Hoy me tocó patear Castro-Urdiales y como casi siempre que voy, soplaba sur cálido, fuerte y seco.
La luz es todavía muy horizontal

y las zonas en sombra son amplias, oscuras y azuladas.

Son los días en los que crepitan las copas de los eucaliptos y el horizonte aparece nítido.

Las caducifolias y las perennifolias presentan su mayor contraste.

Yo no me abrigo en días así. Esa chica, por ejemplo, admira mi bello y peludo torso desnudo.

Las que peor lo pasan son las ovejitas, aunque éstas han pasado sin problemas la carretera. El invierno por aquí la mayor parte de las veces no es nada frío.

Estuve en algunos barrios perdidos, como este de Santullán, a los que sólo acuden sus vecinos (no van turistas japoneses).

Y saqué unas fotos

de las casas de los indianos

y de las casas de los que no fueron a América,


así como de alguna otra chuminada, como estas rocas,

o este simpático pony.
2 comentarios:
Antes quería ir a Castro para comer.
Ahora quiero ir para comer y para pasear.
No olvido el post del cementerio de Castro Urdiales...que bello...
Hoy ha sido un día muy gris.
Ver tanto sol me libera.
Como ocurre muchas veces en el Cantábrico, el mal tiempo puede chafar tus planes... Pero hay algo que nunca falla: si el viento sopla del sur, es seguro que en Castro no lloverá.
Si vives en Madrid eso significa que, cuando anuncien lluvia o cielo nublado allí, es el momento de venirte.
Un saludo.
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