Hace unas semanas llevé a los niños a la feria de muestras, a la tradicional exposición de minerales y fósiles. Desde niño me resulta un evento fascinante, tanto por lo que se expone como por el lugar, un edificio enorme del que la muestra ocupa solamente una pequeña parte. Como siempre vamos de noche, encontramos iluminada sólo la zona de exposición, mientras el resto del edificio se pierde en la oscuridad, como una gruta.
Esta última vez tuvimos la suerte de coincidir con una demostración de cómo se hacía el fuego en la antigüedad. Me sorprendieron las técnicas, pero mucho más la aparición del humo en aquella nave en penumbra. Inopinadamente, por la magia del fuego y su olor, aquella reunión de niños y adultos atentos a la monitora se convirtió en una ceremonia sagrada.

Restos fósiles de animales marinos recogidos por mí ya no recuerdo dónde.
Esta última vez tuvimos la suerte de coincidir con una demostración de cómo se hacía el fuego en la antigüedad. Me sorprendieron las técnicas, pero mucho más la aparición del humo en aquella nave en penumbra. Inopinadamente, por la magia del fuego y su olor, aquella reunión de niños y adultos atentos a la monitora se convirtió en una ceremonia sagrada.

Restos fósiles de animales marinos recogidos por mí ya no recuerdo dónde.
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