Comprendo que se trata de una maniobra para distraernos de problemas mayores, pero entro al trapo porque creo que es asunto es más grave de lo que parece. Me refiero a la ley de apellidos. Si no me he enterado mal, lo que pretenden es que los apellidos se ordenen alfabéticamente, salvo acuerdo mutuo entre los cónyuges. Esto, que en principio parece no tener importancia, esconde una consecuencia en la que me horroriza no hayan caído los legisladores: la pérdida de uno de nuestros patrimonios (nunca mejor dicho): el de la variedad de apellidos.
Cualquier método matemático aleatorio habría sido aceptable para establecer el orden de los apellidos, pero el orden alfabético dará como resultado la irreparable pérdida de todos los apellidos que no comiencen con la letra A. El siguiente árbol genealógico muestra que, en el caso de que haya dos apellidos con la A y falta de acuerdo (o un acuerdo "inspirado" en la ley), el desastre se consuma en solamente tres generaciones:

Si esa aberración forma es parte de la distracción, entonces es adecuado utilizar "hijos de puta". En caso de que no se hayan dado cuenta de las consecuencias, lo apropiado parece ser "majaderos".
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Pero no es casualidad que nos hayan entregado este bodrio. Es, en realidad, un despropósito más de los muchos que explican al ejecutivo que pacemos. Que lo hacen especialmente nocivo entre otros ejecutivos anteriores.
He incluido un árbol genealógico en el que se aprecia claramente la rápida evolución de la decantación.
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