18.12.12

ZOLINA Y EL MAR DESAPARECIDO


"... La Balsa de Ezkoriz, también conocida como Balsa de Zolina, es un lago artificial salado de unas 110 hectáreas, situado a pocos kilómetros al sureste de Iruñea-Pamplona, en los valles de Egüés y Aranguren. Está muy cerca de la ciudad, pero todavía es un espacio de silencio. El embalse fue creado en la década de los años 60 del pasado siglo por la empresa Potasas de Navarra, ya desaparecida. Allí, una obra humana se ha tornado, tal y como está, en una magnífico e involuntario homenaje al antiguo Mar pirenaico.


La balsa se ubica en una pequeña depresión, cerrada hacia el sur por una presa. El nivel de agua embalsada fluctúa a lo largo del año. El sustrato geológico de la hondonada está formado por sedimentos margosos (popularmente llamados tufas) de origen marino, pertenecientes a la formación geológica denominada Margas de Pamplona, de la época del Eoceno medio, de hace unos 40 millones de años, cuando casi todo el Dominio pirenaico era una zona deprimida que formaba un golfo abierto al Océano Atlántico. Las sales de sus aguas provienen de los niveles potásicos explotados por la citada empresa en las minas de las cercanas localidades de Beriain y Zubitza y no son sino las sales del antiguo Mar pirenaico, que millones de años más tarde, fue retirándose, dejando en la Cuenca de Pamplona y en otras áreas sud-pirenaicas, grandes espesores de rocas evaporíticas. En el extremo opuesto a la presa los estériles arrojados a la balsa han formado un pequeño delta. Sus canales de distribución forman un bello entramado fractal, réplica en miniatura de los deltas que hace millones de años se adentraban en las aguas de aquel mar en retirada.



Arriba, fósiles de pisadas de aves y rizaduras del oleaje en niveles de arenisca de origen litoral del Eoceno superior del Pre-pirineo navarro. Abajo, pisadas de aves acuáticas, grietas de desecación y rizaduras del oleaje actuales en los barros salinos de la Balsa de Ezkoriz. Sobre los niveles potásicos de Navarra se asientan capas de marga y piedra arenisca, registro geológico de antiguas playas, que en algunos lugares presentan superficies con huellas del oleaje y también pisadas fósiles de aves (Payros et al., 2000). De un modo análogo, en la balsa de Ezkoriz el vaivén del agua deja en las orillas las rítmicas señales del oleaje, como ocurría en las playas del Eoceno. Igualmente, numerosas aves acuáticas, tal vez descendientes de las que millones de años atrás dejaron sus huellas, hoy fosilizadas, visitan y viven en la zona, volviendo a imprimir en el barro las delicadas marcas de sus patas..."


Extracto de un poético e interesante artículo encontrado aquí.

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Estupenda información, estupendas imágenes.

Glo dijo...

Es refrescante descubrir trabajos así.