21.4.12

CATANIA Y SESTAO


Durante muchos años Sestao seguramente se pareció a Catania en lo de estar a sotavento de fraguas colosales: una era Altos Hornos de Vizcaya, y la otra es la de Vulcano, llamada Etna o Gibellu (nombre, este último, probablemente relacionado con "giba" y con "joroba"). Artificio humano, una, y de origen natural o divino (dependiendo del momento) la otra. Ambas provocando nubes malolientes de diverso color. Dejando caer sobre nuestras cabezas una lluvia seca de ceniza o de pequeñas láminas de acero que de niño veía brillar cuando espejeaban la luz mortecina del cielo gris. Nubes rojas, negras, blancas columnas de vapor de agua que se formaban al enfriar el coke... Todo acompañado de un estruendo colosal, que no cesaba en ningún momento y que no dejaba dormir a las visitas. En la última etapa de la acería, el cielo de Sestao se cuajó de antorchas que hacían aún más brillante la panza de las nubes que cubren este rincón del Cantábrico. Impresionantes eran aquellas coladas de lava que caían en el interior de los torpedos, y que se extendían, humeantes, por las explanadas de arena, formando una costra que una enorme bola de acero, dejada caer desde lo alto, rompía cuando se enfriaba. Así que, cuando veo imágenes del volcán siciliano y su universo de fuego, encuentro que todo me resulta familiar.

No hay comentarios: