Juan Luis recogía el otro día en su blog que ser tribales está en nuestra naturaleza, y que siempre necesitaremos un cabecilla a quien seguir. Y en este país, el jefe de tribu con más éxito ha sido, sin duda, este señor de corta estatura y alargada sombra:
Es una tesis que suena muy estadounidense porque allí son consecuentes con ella a rajatabla, aunque el resultado resulta contradictorio y poco convincente. Que un líder no termine siendo un dictador parece ser lo que sí atenta contra nuestra naturaleza.
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