Nos dicen aquí que:
"... No se puede negar el inmenso valor histórico de estos lugares. Sin embargo, después de mi primer viaje a Pafos, me di cuenta de que solo recordaba unos pocos datos sobre ellos. Esta persistente sensación de estar pasando por alto algo crucial se hizo evidente mientras caminaba por las ruinas. Los impresionantes mosaicos, las antiguas columnas y los intrincados atrios estaban todos allí, pero la falta de carteles informativos me dejó con ganas de más..."
Es decir, que el autor del artículo no preparó su viaje. Su planteamiento fue el del turista que consume lo que le ofrecen.
Pero, sea cual sea nuestra formación y capacidad de comprensión (hay personas visuales, verbales...), siempre podremos acometer el objeto de nuestro interés antes y después de haberlo disfrutado in situ.
La persona que se lamenta en su artículo reclamaba una historia. Pero el artículo en el que se encuentra el mapa de más arriba pone en evidencia que para un arqueólogo hay muchos puntos de vista desde los que apreciar la realidad, y por tanto, muchas diferentes historias posibles.
Cuando Medea llega a la tierra de Jasón y se siente completamente perdida, reclama "¡tierra, háblame!" (Ver la versión de Medea de Pasolini). Pues eso es lo que debemos hacer, cualesquiera de nosotros, al llegar a un lugar: escuchar, sentir, lo que el lugar nos pueda decir. Y en esa experiencia podremos engastar las historias que leímos antes o las que leeremos después de acudir a él.
...
Finalmente propongo este poema que sobre las ruinas del mismo lugar mencionado por el turista (Éngomi), elaboró el diplomático helenófilo y premio Nóbel de literatura, Yorgos Séferis.
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