18.3.10

BOSQUES



Colina dominada por un bosque de pinos (probablemente insignis) en cuya base prospera un incipiente bosque mixto, en su mayor parte de especies caducifolias. La foto está tomada en Amorebieta (Vizcaya).

Al parecer el "invento" de la caducidad de las hojas está muy bien estéticamente, pero parece tener bastantes inconvenientes. La finalidad podría ser la de proteger la planta de los fríos intensos, pero supone un derroche de energía que debe compensar en el período en el que se encuentra activa. Supone también que existe una época de debilidad (cuando las hojas nuevas están brotando) en la que una helada puede ocasionar daños. Esto ha obligado a ese tipo de plantas a brotar en función del incremento de las horas de luz y no de la temperatura, mecanismo que, no obstante, no siempre resulta. A orillas del Cantábrico el mecanismo de perder las hojas en invierno parece encontrarse en el límite de su eficacia, pues los inviernos suelen ser suaves. De hecho, es geografía en la que, junto a las especies de hoja caduca, pueden encontrarse muchas otras, muy extendidas, de hoja perenne (en ambos casos me refiero a especies naturales).

La naturaleza, como si de una empresa de automóviles se tratara, saca constantemente modelos mejorados al mercado de la vida. En estas latitudes, puede considerarse que los últimos y más eficaces de los árboles son el abeto blanco (Abies alba) en la escudería de las perennifolias y el haya (Fagus sylvática) en la de las caducifolias.

3 comentarios:

Mertxe dijo...

"La naturaleza, como si de una empresa de automóviles se tratara, saca constantemente modelos mejorados al mercado de la vida..."

Jolines, Glo, tu frase me ha encendido una pregunta: ¿saldremos mejorados de la crisis? Bueno, que sean dos: ¿serenos perennes después?

Glo dijo...

Si identificamos crisis con dolor, creo que podemos sacar poco provecho de ella. Al menos yo he creído siempre que el dolor es una experiencia poco útil, y me repugna que haya alguien que lo pondere, de manera superficial al menos. Mi querido don Miguel de Unamuno sí que supo, sin caer en las habituales ñoñerías al respecto, verle lo poco que tiene de positivo: que acrecienta nuestra conciencia, porque "el que nunca ha sentido dolor, no ha tenido conciencia de sí".

Mertxe dijo...

A eso iba, Glo, a eso de la conciencia iba...