6.5.14

EL DEMONIO DE LA CARNE, DE DIARIO DE A BORDO III, DE SEFERIS

EL DEMONIO DE LA CARNE


... Nicosia e Famagosta per la lor bestia si
lamenti e garra...

Dante, Paradiso.

... y el demonio de la carne a todo el mundo
tienta, sedujo al rey y le hizo caer en el
pecado...

Crónica de Majerás.

Juan Visconti había escrito la verdad.
Cuántas celestinas pagó el conde de Rochas,
cómo hallaron compañía él y la reina,
cómo empezó la cosa, cómo acabó
las mozas todas de Nicosia
lo pregonaban por calles y plazas.
Que verdad era el escrito que a Francia enviara el rey
sabíanlo bien los consejeros.
Mas ahora
se han reunido y congregado por aconsejar
a la corona de Chipre y Jerusalén;
obligados se veían a juzgar
a la reina Leonora, que descendía
del noble linaje catalán:
despiadados son los catalanes,
si ocurriera que el rey se tomara la venganza
nada impediría que se armaran y vinieran
y los aniquilaran a ellos y su hacienda.
Tenían responsabilidades, terribles responsabilidades:
el reino dependía de su sentencia.

Que Visconti era fiel y leal
bien lo sabían, pero había ido demasiado lejos,
se había conducido insensatamente, de modo brutal e inicuo.
El rey era irascible ¿cómo no lo tuvo en cuenta?
y volcado siempre en la pasión de Leonora.
Consigo en los viajes el rey siempre se llevaba
una camisa de la reina y abrazado a ella se dormía:
y hasta llegó a escribir el desdichado
cómo sorprendieron a la oveja con el morueco;
¿se escriben palabras semejantes a un soberano?
Necio fue. Tendría al menos que acordarse
que también pecaba el rey: mohíno parecía
pero con dos mancebas en la puerta trasera.
Trastornose la isla cuando Leonora
ordenó que a una de ellas, empreñada, le trajeran,
y que sobre su vientre, con una muela, el trigo
molieran modio a modio.
Y lo peor -que no cabe en mente humana-
cuando todos supieron que el rey
bajo Capricornio había nacido.
Tomó el cálamo en sus manos el desdichado
una noche con la luna en Capricornio
para escribir qué ¡de cuernos y moruecos!
El sensato no irrita al destino.
No, no tenemos derecho a decir
dónde está lo justo. Nuestro deber
es hallar el mal menor.
Mas le vale a uno morir de sus destino
que arriesgarnos nosotros y el reino.
Así pasaron todos el día deliberando
y a la puesta del sol acudieron al rey,
ante él se postraron y dijéronle que Juan Visconti
era un redomado embustero.

Y Juan Visconti de hambre murió en una mazmorra.
Mas en el ánimo del rey la semilla de la vergüenza
extendía sus tentáculos y le atormentaba:
sufrió lo que a otros hiciera.
No quedó mujer a la que no deseara prostituir,
a todas cubrió de deshonra. Miedo y odio se ayuntaban
y colmaban el país de miedo y odio.

Así, con el "mal menor" caminaba el destino
hasta el alba de un miércoles de San Antonio
en que llegaron los caballeros y arrancándolo
de brazos de su manceba lo degollaron.
"Y el último de todos, el capitán de turcoples
lo halló cubierto de sangre" cuenta el cronista
"sacó su cuchillo y cortóle sus vergüenzas y la verga
al par que decía: ¡por esto te ganaste la muerte!"

Este fin marcó al rey Pierre el demonio de la carne.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

No hay comentarios: