5.5.14

RECUERDO I, DE DIARIO DE A BORDO III, DE SEFERIS

RECUERDO, I

y el mar ya no existe.

Yo con una caña sólo en mis manos;
la noche estaba desierta y la luna menguante
y la tierra con el olor del último aguacero.
Musité: "Dondequiera que lo toques el recuerdo duele,
el cielo es mínimo, mar ya no hay,
lo que matan de día, con carretas por detrás de la cima
     lo vacían".

Mis dedos tocaban ausentes esta flauta
que un viejo pastor me reglara cuando le di las buenas
     tardes;
otros renunciaron a cualquier clase de saludo:
despiertan, se afeitan y emprenden la matanza del salario,
como si se podara o se operara, metódicamente, sin pasión;
el dolor, un cadáver como Patroclo, sin que nadie cometa
     errores.

Pensé tocar una tonada pero tuve vergüenza de la gente,
la que mira más allá de la noche dentro de mi luz,
tejida de cuerpos vivos, de corazones desnudos
y del amor que también corresponde a las Venerables,
como al hombre y a la roca, como al agua y a la yerba,
como al animal que mira de frente a la muerte que viene
     a por él.

Avancé así por el sendero oscuro
y volví a mi jardín, removí la tierra y enterré la caña
y musité de nuevo: "Vendrá la resurrección una mañana,
como resplandecen los árboles en primavera brotará el 
     destello del alba,
volverá a nacer el mar y del oleaje estremecido
     surgirá Afrodita.
Somos simiente que muere". Y entré en mi casa vacía.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Hay frases en este poema que se te clavan. Yo siento así la poesía. No vale de nada tener una formación previa, siempre será una herramienta, algo mecánico y frío, por eso siempre me confío a mis sentidos, como los románticos, para que sean ellos los que me instalen en la belleza. Buenas tardes, amiguito.

Glo dijo...

Sí, sí, está claro. Aún así esto es como el deporte: disfrutamos, sobre todo, del que hemos practicado.