De mi único viaje a Londres no guardo más que muchos recuerdos indiferentes, bastantes recuerdos desagradables, sólo algunos buenos, y ninguna foto... Tanto es así, que mi madre me preguntó el otro día: "pero, ¿tú has estado en Londres?"... Tuve que pensar bastante para recordar que la había llamado desde una cabina cercana a San Pablo. Lo más curioso es que, antes de que yo fuera, de ninguna de las personas que conocía y que sí habían estado, oí hablar nada de la ciudad: ni bien, ni mal... Eso me dejó la mosca detrás de la oreja.
El trato con los pocos británicos que nos encontramos (el resto eran españoles aprendiendo inglés), no es de mis mejores recuerdos: los taquilleros, ni nos miraban a la cara; los dependientes, si no estabas atento te devolvían cambios como si hubieras pagado con un billete más pequeño... pero las más agresivas fueron unas chicas adolescentes, que comían junto a nosotros en un restaurante tipo "cervecería", y que se burlaron con desprecio y a voz en grito de nuestra manera de hablar... Después me enteré, en un reportaje de la BBC, que esa actitud está “de moda” entre las mujeres jóvenes (sólo entre las mujeres) de allí... No fue un recibimiento acogedor, que digamos.
Viajé a la metrópoli del anteúltimo gran imperio (“un imperio sintético en el que no se ponía el sol”, que decía Kenneth Frampton”) por trabajo; motivo que yo siempre tengo como el mejor, muy por delante del ocio. Desde el aire escudriñé las islas del canal, y al llegar a Gran Bretaña, reconocí los acantilados, el famoso “recodo” del Thames y algunos palacios, antes de tomar tierra en Heathrow. La primera impresión en el tren fueron las alambradas ¡electrificadas! de algunos solares (que no eran del ejército, sino privados); después, la estación “vaciada” y como "deshuesada" (no recuerdo si Victoria Station), y finalmente, las extrañas orillas del río... que carecían de la actividad industrial que les caracterizó hasta mediados del XX, pero que en contados lugares habían sido ganadas para la ciudad. El Thames no me dió la impresión de ser muy ancho ni muy angosto a su paso por el centro; sólo lo suficiente para terminar empapado si uno osa cruzarlo sin paraguas un día de viento y lluvia. Sí me gustaron los alrededores de Westminster y el jardín en el que se encuentra la estatua de los bugueses de Calais, de Rodin, pero San Pablo no me impresionó, y el resto de edificios que pude ver, estaban bien, pero pocos llegaban a la categoría de merecedores del esfuerzo de cruzar el charco para admirarlos. También me gustó un conjunto de edificios de los “Sires” Alison y Peter Smithson (“The Economist Building”) y una excelente interpretación de Mies van der Rohe, de autor desconocido. La casa de Sir John Soane me pareció curiosa, pero no me cautivó, al igual que el British Museum, a pesar de la ingeniosa y muy acertada cubrición de Sir Norman Foster... Los jardines, jardines son, y el palacio real, pues ni fu, ni fa... Además la reina no se asomó para saludarme.
En general me soprendió lo poco que le ha lucido a Londres el Imperio, en lo que a edificios se refiere... Quizá, pensé, le pase como a Madrid, donde apenas hay edificios históricos de calidad; aunque en ese caso el motivo es que se trata de una ciudad de relativamente reciente fundación, mientras que Londres es el centro del país desde muchos siglos antes... Quizá los mejores ejemplos de arquitectura estuvieran en otros lugares de la ciudad y me los perdí, pero creo más probable que el "esfuerzo" económico se centrara en las insfraestructuras (como el metro o el ferrocarril), que dotaron a la ciudad de una "calidad" superior en su momento, pero que después, con su malísima vejez, se conviertieron en una rémora, no habiendo dejado casi nada "aprovechable" a la posteridad.
5 comentarios:
Muy poco cortés la Reina, ;) Un saludo.
Quizá no estaba... Le concederemos el beneficio de la duda.
Que buen reportaje otro punto de vista es siempre bueno, y genial lo de la reina, mmm quien se crerá que no te saluda?.
Yo si te saludo, abrazos desde el otro extremo
Gracias, bichito. Aunque no somos antípodas sí que estamos alejados, sí... Se agradece el abrazo.
Concedámoselo pues, :)
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