14.5.10

MADRID



Repaso mis años en madrid como si de una vida que no fuera la mía se tratara. De aquella luminosa y fría oficina de Cea Bermúdez, en la que escuchaba una y otra vez canciones en portugués llenas de nostalgia, apenas recuerdo sus grandes ventanales a los jardines del Canal de Isabel II; igual que de la oficinita bajo las cuádrigas, con vistas a la calle Alcalá, de la que me ha quedado sólo la calidez de la madera de caoba. Vivíamos de alquiler en un piso tranquilo, al final de en un callejón perpendicular a Vallehermoso, que desembocaba en uno de esos descampados de polvo y arena que en Madrid llaman parques; allí pasé los mejores momentos con mi niña, que era todavía un bebé. También me ha quedado la alegría del sol en las tintineantes mariposas blancas del apartamento de la calle Dos Hermanas; y de Sierra de Cameros, en Vallecas, la imágen de una verja que nunca cerraba bien, y la impresión de vacío de aquella casa compartida sin amueblar... Desde el oscuro cuartucho de corrala de la calle de la Ruda recogí mis últimos recuerdos de Madrid, cuyo resumen podría ser esa luz cegadora que nos cambia el color de la pupila a quienes llegamos de fuera...




Composición de Tomás Luis de Victoria, compuesta en tiempos de Felipe II.

4 comentarios:

gin dijo...

Como voy poco a Madrid, cuando me reencuentro con esa luz cegadora (yo, acostumbrada a la grisura cantábrica), siempre pienso que me curará casi todo. La luz, digo.

Mertxe dijo...

Con la misma luz cegadora en el recuerdo, mi Madrid es otro. Dos, en realidad. Un Madrid de Corte Inglés, discotecas y exámenes; un Madrid a la carrera, sin tiempo para ninguna otra cosa, y aun así... ¡cómo lo adoro! El otro está mucho más atrás en el tiempo; lo conoció mi infancia y está lleno de paseos, de pájaros, de niños que gritaban por cualquier cosa. He vuelto en muchas ocasiones, pero ninguna de ellas me ha dejado la impronta de éstos.

Glo, me ha encantado tu artículo.

Glo dijo...

Yo solía ir en primavera, pero ahora tengo que conformarme con mis fotos y mis recuerdos.

Un saludo.

Glo dijo...

Madrid, al igual que sucede con su clima extremado, tiene solamente dos caras: la angelical y la canalla. Mi memoria ha dejado pasar, por esta vez, sólo los buenos recuerdos.