La mayor parte de las veces las cosas suceden porque sí, como consecuencia de lo sucedido previamente sin que medie reflexión alguna. Tal es el caso de las plantaciones urbanas de Gleditsia triacanthos, una acacia cuyas formidables espinas crecen en cualquier lugar y altura de la planta.
Sorprende (aunque cada vez menos, vistos los acontecimientos) que la sociedad ponga tanto cuidado en algunos asuntos, y después se encuentre uno por la calle con peligros como éste. Porque unas espinas de un palmo de longitud, duras y puntiagudas, son un peligro evidente. Y un peligro evitable, porque si se tiene el chincho de plantar esta especie, que maldita la necesidad que hay de ello, existe una variedad "inermis" que carece de espinas.
Sorprende (aunque cada vez menos, vistos los acontecimientos) que la sociedad ponga tanto cuidado en algunos asuntos, y después se encuentre uno por la calle con peligros como éste. Porque unas espinas de un palmo de longitud, duras y puntiagudas, son un peligro evidente. Y un peligro evitable, porque si se tiene el chincho de plantar esta especie, que maldita la necesidad que hay de ello, existe una variedad "inermis" que carece de espinas.
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