La rígida simetría, la humildad de los materiales y una cierta impresión de fragilidad fue lo que nos dejó el "revival" neoclásico de finales del XX. De él desertaron pronto unos y otros. Recuerdo la un tanto exagerada apostasía de Linazasoro en una conferencia. Fue el último gran "reflujo" del clasicismo contra la arquitectura moderna, que como bien decía uno de mis profesores, no es un estilo más, no es un lenguaje, sino algo de mucho más calado: un método.
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