El otro día podé la Phoenix que crece en nuestra huerta. Mi palmera no es canaria como las de la foto, sino datilera, pero no veremos un solo fruto a no ser que plantemos cerca un pie de sexo opuesto. Los primeros folíolos de sus largas hojas (los más próximos a la estipe) son verdaderos puñales, así que tengo buen cuidado porque ya he tenido algún tropiezo doloroso con ellos. A pesar de eso, y de que crece con enorme lentitud, le tengo cariño a esa planta. Como todas las mías, nació de una semilla, obtenida en este caso de unos ricos dátiles tunecinos.
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