Ayer "estuve" en Bahía Bodega gracias a la cámara móvil de Google.
El lugar no parece haber cambiado mucho desde los años sesenta: ha crecido un poco; se han modificado los muelles; en la península, al otro lado de la bahía, se ha creado un nuevo embarcadero (que de hecho parece haberse convertido en el verdadero puerto de Bahía Bodega), y una universidad para el estudio del mar, y se han dragado varios canales en la arena del fondo. Pero el lugar sigue siendo un tanto anodino. Quizá por faltar espacios públicos. Se echa en falta al menos uno, en la orilla, que sirva de referencia y de marco del paisaje.
Allí siguen también los cipreses de Monterrey (Cupressus Macrocarpa), de copa desordenada (como despeinada) bien adaptados al viento marino y al suelo arenoso, lo que de hecho los convierte en uno de los pocos árboles que pueden verse en ese extraño paisaje, tapizado de hierba pero carente por completo de arbustos o árboles. El ciprés de Monterrey se utiliza bastante en jardinería; sobre todo las variedades de hoja amarillenta, como "goldcrest", que junto al verde glauco del ciprés de Arizona (Cupressus arizónica), vinieron a dar un poco de variedad a la monotonía verdeoscura de los setos.
En realidad la bahía de Monterrey se encuentra más al sur, aunque probablemente pueda considerarse la misma geografía. De allí procede también el pino insigne o pino de Monterrey (Pinus insignis o Pinus radiata), que Adán de Yarza se trajo desde California a su Lekeitio natal, y cuyos bosques cubren hoy gran parte del suelo de Vizcaya.
El lugar no parece haber cambiado mucho desde los años sesenta: ha crecido un poco; se han modificado los muelles; en la península, al otro lado de la bahía, se ha creado un nuevo embarcadero (que de hecho parece haberse convertido en el verdadero puerto de Bahía Bodega), y una universidad para el estudio del mar, y se han dragado varios canales en la arena del fondo. Pero el lugar sigue siendo un tanto anodino. Quizá por faltar espacios públicos. Se echa en falta al menos uno, en la orilla, que sirva de referencia y de marco del paisaje.
Allí siguen también los cipreses de Monterrey (Cupressus Macrocarpa), de copa desordenada (como despeinada) bien adaptados al viento marino y al suelo arenoso, lo que de hecho los convierte en uno de los pocos árboles que pueden verse en ese extraño paisaje, tapizado de hierba pero carente por completo de arbustos o árboles. El ciprés de Monterrey se utiliza bastante en jardinería; sobre todo las variedades de hoja amarillenta, como "goldcrest", que junto al verde glauco del ciprés de Arizona (Cupressus arizónica), vinieron a dar un poco de variedad a la monotonía verdeoscura de los setos.
En realidad la bahía de Monterrey se encuentra más al sur, aunque probablemente pueda considerarse la misma geografía. De allí procede también el pino insigne o pino de Monterrey (Pinus insignis o Pinus radiata), que Adán de Yarza se trajo desde California a su Lekeitio natal, y cuyos bosques cubren hoy gran parte del suelo de Vizcaya.
2 comentarios:
Cada día nos ilustras un poco más con tus conocimientos de botánica, en cambio yo soy nefasto para asimilar ese tipo de datos.
Un abrazo.
Yo he de reconocer que me sorprende mi capacidad para retener nombres botánicos imposibles de pronunciar. Será por la gran atención que les presto. Le tengo mucha fé a la clasificación binomial porque muchas veces es la única manera de evocar una especie, pues los nombres populares no resultan útiles.
Un saludo.
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