ROBINIA PSEUDOACACIA

Es posible localizar las robinias en el paisaje, ahora en plena floración, por sus abundantes racimos de flores, casi siempre blancas y delicadamente aromáticas.

También es característica su copa, verde claro, ligera e irregular, que con el tiempo se estratifica, dándole ese aspecto tan característico de parasol que suelen tener las acacias.

Hace muchos años me propuse cultivar una robinia en tiesto. Es fácil porque es una leguminosa que produce muchas semillas.

Me pasaba las horas mirando cómo sus delicadas hojas, divididas en folíolos redondeados, reaccionaban a la luz.

De niño tenía cuatro delante de casa y les las daba de comer sus hojas a las gallinas de una vecina, así que conozco bien cómo son esos árboles: sus espinas, parecidas a las de las rosas, pero más largas;

su corteza profundamente agrietada,

y sus poderosas raíces, finas y abundantes, que lo invaden todo en busca de agua. Aquellas que deshojaba eran de una variedad estéril, que crecen poco en altura, desarrollando una copa redondeada. Dicha variedad se denimona "umbraculífera".

Con el tiempo descubrí otras variedades, como "frisia" de follaje amarillento,

o la que tiene flores de color rosa.

Parece que fue un tal Jean Robin quien la observó por vez primera en Norteamérica y la trajo a Europa dándole su nombre. En Vizcaya es una de las especies exóticas más abundantes, y parece que el clima le es muy favorable. Hasta el punto de que ha sido incluida entre las especies a combatir. Vano intento a estas alturas.

Algunos autores describen la especie como ripícola, pero yo he observado robinias en todas las situaciones. Sus bosques son claros, muy alegres por el movimiento constante de sus hojas. Los ejemplares crecidos en espesura son altos, con larguísimas y finas ramas desnudas.

Se cultivó durante algún tiempo debido a la idoneidad de su madera para la fabricación de mangos de herramientas. Entonces los criterios ecológicos eran diferentes. Era suficiente con plantar árboles. Daba igual la especie.