A finales del siglo XX se dio una explosión cultural sorprendente, que tuvo como protagonistas autores de segunda fila de muchas disciplinas artísticas. Igual que sucedió con los bienes inmuebles, también con la cultura se pretendió poner en valor hasta lo que menos valor tenía. Los coleccionistas supongo que estarían interesados en este proceso, pero también los expertos en arte, los doctorandos, las fundaciones, etc. Todos encontraron un buen filón, verdadero tesoro cultural, y quizá el mejor legado de esa década. Y quienes formamos parte del público, pudimos disfrutar de interesantes alternativas al arte consagrado hasta ese momento, presentadas en catálogos de lujo nunca visto. Tengamos en cuenta que no hace tanto tiempo que aparecieron las ilustraciones "a todo color" y que hace menos tiempo aún que las ilustraciones a color tienen una calidad similar a la del original.
Lafcadio Hearn y Wenceslao de Moraes fueron dos de esos autores, casi completamente desconocidos anteriormente, a los que José Pazó Espinosa recurrió para elaborar un pequeño artículo donde yo leí de ellos.
No es la primera vez que digo que me han interesado siempre las figuras secundarias. En realidad, quizá yo haya sido tan sólo una víctima de aquella moda que se centró en esas figuras. El beneficio que yo obtenía era el de sentirme más identificado con estos autores, situados entre el olimpo inalcanzable de los maestros, y lo común.
Por este sentimiento de simpatía por hombres que estuvieron a punto de morirse de hambre y que vivieron siempre con estrecheces económicas, es que les estoy dedicando mi tiempo últimamente. Y en este caso concreto necesito a ambos autores, no solamente porque los haya puesto juntos Pazó Espinosa, sino porque dos puntos de vista son necesarios para crearse una imagen completa de algo. Lafcadio Hearn escribe en inglés, y su paso por el Imperio ha hecho que despierte el interés de una sociedad especializada en dar un barniz dorado a todo lo nacional, para revenderlo después a un buen precio. Por este motivo Wenceslao de Moraes, proveniente del siempre más descuidado y despreciado universo católico, resulta un adecuado contraste: mismo momento histórico, similares circunstancias... pero menos divulgación, por escribir en portugués.
Ya he incluido aquí un cuento de Hearn. Veremos si puedo hacer lo mismo con de Moraes. Por ahora no lo he conseguido.
Ya he incluido aquí un cuento de Hearn. Veremos si puedo hacer lo mismo con de Moraes. Por ahora no lo he conseguido.
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