Una empleada nos dice que hagamos una cola por caja. Algunos clientes nos quejamos porque eso es injusto y para nada resulta más eficaz. La mujer no entra en razón y se cabrea. Dice que es norma de la empresa que se haga una cola por caja. Los clientes nos oponemos y, finalmente, seguimos haciendo cola única.
Una victoria (si bien pírrica) sobre la estupidez.
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